jueves, junio 18, 2009

Juan Gelman escribe sobre Paco Urondo

Para Paco nunca hubo contradicciones entre la militancia por una patria justa, libre y soberana, y la condición de escritor. En sus poemas se puede ver la profunda unidad de vida y obra que un autor y sus textos pueden alcanzar. No hubo abismo entre experiencia y poesía para Urondo. "Empuñé un arma porque busco la palabra justa", dijo alguna vez.

En 1975 junto con Rodolfo Walsh se pone a trabajar en la confección de una respuesta al golpe militar que se veía venir. Dicho plan no apuntaba a un improbable freno al golpe sino a una respuesta orgánica que dificultara el despliegue inicial de los militares en las primeras 48 horas. El documento fue llevado a la dirigencia de la organización, la cual nunca llegó a ejecutar la propuesta de los compañeros sino que implementó otro plan de operaciones, para el cual no fueron llamados a discutir ni Walsh ni Urondo. Por consiguiente la prensa montonera siguió funcionando como si hubiera un futuro electoral: pensando en una revista ¡e incluso en un diario! Esto, naturalmente, traía como consecuencia la necesidad de mantener más o menos congregado un aparato importante, con grandes locales, imprentas, etc. Un blanco terriblemente fácil para el enemigo.

En mayo de 1976, la organización, decide trasladar a Paco a Mendoza. Un error según opiniones actuales y contemporáneas, ya que dicha provincia desde 1975 era una sangría permanente. El 17 de junio, en un contexto de derrota, cae Francisco Urondo como consecuencia de una cita envenenada.

El compañero y amigo Rodolfo Walsh, así relata el momento: "Hubo un encuentro con un vehículo enemigo, una persecución, un tiroteo de los dos coches a la par. Iban Paco, Lucía con la nena y una compañera. Finalmente el Paco frenó, buscó algo en su ropa y dijo: "Disparen ustedes". Luego agregó "Me tomé la pastilla y ya me siento mal". La compañera recuerda que Lucía dijo: "¡Pero papi, por qué hiciste eso!" La compañera escapó entre las balas, días después llegó herida a Buenos Aires.

También luchó contra un sistema social encarnizado en crear sufrimiento, para que el mundo entero entrara en la historia de la alegria. Las dos luchas fueron una sola para él. Ambas lo escribieron y en ambas quedó escrito.

Palabras

Dicen que un escritor atraviesa al morir un purgatorio de veinte años en la memoria pública. El plazo está más que cumplido para ese gran poeta que fue –que es– Francisco Urondo, caído en combate contra la dictadura militar un día de junio de 1976, a los 46 de edad. Dejaba un libro inédito, Cuentos de batalla, que se perdió en la noche genocida. Como Rodolfo Walsh, como Haroldo Conti, Paco escribió hasta el final, en medio de tareas, urgencias y peligros de la vida clandestina. Para estos pilares de la literatura nacional nunca hubo contradicciones entre la militancia por una patria justa, libre y soberana, y la condición de la escritura. Cuando en este tiempo de la despasión se recuerdan las polémicas de los años sesenta –unos pretendían hacer la Revolución en su escritura; otros, abandonar su escritura en aras de la Revolución–, se percibe en toda su magnitud lo que Paco, Rodolfo, Haroldo nos mostraron: la profunda unidad de vida y obra que un escritor v sus textos pueden alcanzar.

No hubo abismos entre experiencia y poesía para Urondo. "Empuñé un arma porque busco la palabra justa", dijo alguna vez. Corregía mucho sus poemas, pero supo que el único modo verdadero que un poeta tiene de corregir su obra es corregirse a sí mismo, buscar los caminos que van del misterio de la lengua al misterio de la gente. Paco fue entendido en eso v sus poemas quedarán para siempre en el espacio enigmático del encuentro del lector con su palabra.

Buitres de la derrota –que siempre se han cuidado mucho cada centímetro de piel– le han reprochado a Paco su capacidad de arriesgar la vida por un ideal. Paco no quería morir, pero no podía vivir sin oponer su belleza a la injusticia, es decir, sin respetar el oficio que más amaba. El había escuchado el reclamo de Rimbaud: "¡Cambiad la vida!". Estaba convencido de que sólo de una vida nueva puede nacer la nueva poesía. Mi confianza se apoya en el profundo desprecio / por este mundo desgraciado. Le daré / la vida para que nada siga como está, escribió. Fue –es– uno de los poetas en lengua castellana que con más valor y lucidez, y menos autocomplacencia, luchó con y contra la imposibilidad de la escritura. También luchó con y contra un sistema social encarnizado en crear sufrimiento, para que el mundo entero entrara en la historia de la alegria. Las dos luchas fueron una sola para él. Ambas lo escribieron y en ambas quedó escrito.

Juan Gelman

miércoles, junio 17, 2009

De Narváez: ¿Cómo es cuando no sonríe?


REVOLVIENDO ARCHIVOS: De Narváez, un hombre que ganó la guita laburando...

1.- El 31 de agosto de 1999 se estrelló el vuelo 3142 de LAPA, accidente en el que murieron 65 personas. Francisco de Narváez era parte del Directorio de LAPA y fue procesado porque el fiscal consideraba que la política organizativa de la empresa, esto es, recortar gastos, más la complicidad de la Fuerza Aérea Argentina que no controló como debía a LAPA fueron causales del Accidente.
(Diario Perfil)

2.- Cuando Francisco de Narváez retornó a los negocios de su familia en Casa Tía, echó a 3.500 empleados. Leamos lo que nos cuenta el propio Francisco de Narváez en un paper que presentó en la Universidad de Harvard:

“La mayoría de la gente que despedí tiene más de 25 años de experiencia en Tía; en conjunto me deshice de 5.000 años de experiencia. En un momento la empresa perdió su cultura; todo lo bueno y lo malo. Despedí a todos, desde cajeros hasta asistentes de gerentes. Gente que en el pasado había dirigido la empresa y, ahora, si no estaban de acuerdo con una idea, no la llevaban a cabo. Fue una decisión difícil de tomar y aún vivo con eso. No tiene sentido pensar en forma justa. No hay justicia”.
(Fuente: Diario Miradas al Sur, “El cuento de la (Casa) Tía, Eduardo Anguita)

3- El Diario Perfil le consultó a Francisco de Narváez acerca de una llamada realizada a Jorge Sobisch luego de la represión que dió por resultado el asesinato de Carlos Fuentealba:

“- Usted fue uno de los pocos que llamó a Sobisch después del asesinato del maestro Fuentealba. ¿Piensa que Sobisch hizo bien en desalojar el puente a cualquier costo?
- Hizo lo que tenía que hacer como funcionario público”.



4.- Comunicado de los trabajadores del diario El Cronista, cuyo propietario es Francisco de Narváez (14/4/09):

“Los trabajadores del diario El Cronista cumplimos ayer un paro total de actividades, que forzó la salida de un diario de emergencia, más chico e íntegramente realizado con cables. La edición no tiene una sola firma de redactores o editores del diario. La medida se adoptó ante la negativa de la empresa, propiedad del diputado del PJ disidente, Francisco De Narváez, a abrir la paritaria salarial tal cual se comprometió en un acta ante el Ministerio de Trabajo a fines del año pasado. La empresa debería haber abierto la discusión, según ese compromiso, el primer día hábil de febrero. Los trabajadores venimos reclamando un aumento de 500 pesos para todos.
Luego de infructuosas reuniones con la patronal, los trabajadores resolvimos el paro, que fue votado casi por unanimidad. La asamblea que lo decidió fue la más numerosa de la historia reciente del diario, con participación de todas las secciones de la Redacción, más los sectores de administració n y comercial. El lunes que viene, a las 16, los trabajadores realizaremos una asamblea para resolver cómo seguimos con nuestro reclamo.
Solicitamos a las comisiones internas del gremio de prensa, agrupaciones sindicales de otros sindicatos, delegados y directivas sindicales, enviar adhesiones y mensajes de solidaridad a esta dirección”.


El unico proyecto que presentó como diputado en TRES AÑOS tiene que ver con una fiesta nacional y durante tres ciclos legislativos de cada 100 sesiones falto a 61 en 2006, 69 en 2007 y 86 en 2008.
¿Este es el cambio? En estas elecciones no nos dejemos engañar: votemos bien.
Estaría bueno preguntarse por que quiere seguir siendo legislador si no va a las sesiones o no propone nada bueno (tampoco malo, pues NO PROPONE).
Además de que en sus filas lleva a los campistas de la Sociedad Rural, amigos de Biolcati, o sea los enemigos de siempre de la democracia.

No digas después que no lo sabias

Fuente:soydondenopienso.wordpress.com/

domingo, junio 07, 2009

Día del periodista

El 7 de junio de 1810 comienza a publicarse la "Gaceta de Buenos Ayres", primer órgano de prensa de las ideas patrióticas, fundada por Mariano Moreno, uno de los principales caudillos de la independencia. En 1938, en su homenaje, se instituyó ese día como “Día del periodista”.
La Gaceta incluía en todos sus números la siguiente frase de Tácito:

“Tiempos de rara felicidad, aquellos en los cuales se puede sentir lo que se desea y es lícito decirlo”.

Claro que en ocasiones se exagera un poco. Hoy, muchos periodistas hablan de todo y saben casi nada o, peor aún, confunden su escaso saber con la verdad absoluta.
Así, sumergen la noticia en un marasmo de opiniones personales, a veces poco fundadas y, otras, simplemente interesadas o tendenciosas.
No viene al caso hablar justamente hoy del poder de los medios que, según ciertos periodistas que pretenden oficiar de impolutas carmelitas descalzas, “imponen” a los sacrificados hombres y mujeres de prensa su línea editorial. Por supuesto que esto es cierto. Pero hablando claro, ¿por qué un empresario se privaría de establecer en su empresa su propio criterio? En todo caso, habría que preguntarse también por qué su empleado, ese periodista que afirma ser honesto, lo permite y soporta si está en desacuerdo.
¿Acaso un obrero, supuestamente mucho menos ilustrado, que trabaja con sus manos, no se niega junto con sus compañeros de fábrica a acatar la voluntad injusta del patrón?
El periodista no es otra cosa que un obrero cuya herramienta indispensable y principal es la conciencia. Si vende su conciencia en aras de su comodidad o de un sobre entregado subrepticiamente, no puede luego alegar inocencia y pureza.
Distinto es el caso de aquellos que disfrazan su complicidad política con el medio detrás de una mentida objetividad, sabiendo que la misma es una imposibilidad fáctica.
Aturden al oyente, lector o espectador con la palabreja de marras, asegurándole que la verdad pura se encuentra en sus líneas o sus voces.
Utilizan también para ello a Mariano Moreno:

“El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con quien miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal”.

Se retorcería el pobre Moreno en su tumba acuática si los escuchara. Porque maliciosamente estos mercenarios de las letras han decidido que oponerse a lo que sea, mientras esto convenga a sus intereses, es altamente creíble y respetado. Así estamos.

Y finalmente están los otros. Humildes y creyentes cultores del apostolado periodístico, jóvenes y mal pagos recién egresados de alicaídas universidades que confunden objetividad con asepsia y jamás, jamás, se atreverán a defender algo. Su imaginaria objetividad es vacía, carece de color y de sustancia. Quieren ser periodistas porque imaginan que el oficio les proporcionará la relevancia y el brillo personal que no poseen, sin comprender que atar el carro delante del caballo nunca ha llevado a nadie a ningún lugar importante.
Pero estos, por lo menos, no pueden ser acusados de otra cosa que temor e inexperiencia. Son rescatables. No pecan de maldad, sino de vanidad e ignorancia.

Para todos ellos, parafraseando a Moreno, podríamos decir:

Dedíquese el periodista a informar lo que ocurre y luego, si así lo quiere y sabe hacerlo, a sentar su parecer sobre ello. Pero cuidando de hacer conocer la diferencia, que opinión e información lejos están de ser sinónimos, y es la verdad lo que interesa al ciudadano. Sea entonces el hombre en su labor de prensa un fiel reflejo de ésta, sin permitir que aquella nuble su buen juicio. Cuídese el periodista entonces de su honor y de su veracidad, que del bien de la Patria ya se cuidará el pueblo.

Enrique Gil Ibarra – 7/6/2009