lunes, enero 24, 2011

¿Tenés patéticas?

El 23 de enero de 1921 nacía Jorge Abelardo Ramos, político e historiador, creador de la corriente política Izquierda Nacional con influencia en Argentina, Uruguay, Bolivia y Chile. Ramos murió en Buenos Aires el 2 de octubre de 1996.




La nota de Laura Ramos que reproduzco aquí fue publicada en El Ortiba, y la he robado descaradamente, como corresponde. La última vez que hablé con Jorge Abelardo Ramos fue -si mal no recuerdo- en 1989, en un acto de campaña del peronismo, y -pese a que hacía varios años que no lo veía, con la soberbia y la pendejez que toda la vida me han acompañado- en lugar de darle un abrazo respetuoso, como corresponde con un compañero y cuadro político mayor aunque sea de otro palo, le dije con algo de ironía: "¡Qué sorpresa don Jorge!¿Le parece que usted debería estar aquí?". Con el cariño y la sonrisa de siempre, me abrazó, me dijo "qué gusto verte, pibe"; se presentó él mismo a mi esposa y la saludó con un beso y recién ahí me contestó falsamente solemne, guiñándome un ojo, con la frase que "El Alemán" Schultz le estampa al Gallego Soto en "La Patagonia Rebelde": "prefiero equivocarme con el pueblo que tener razón sin él". Usted, yo, todos nosotros, podemos criticar duramente al "Colorado" Ramos por sus últimos años en la política. Pero es muy fácil criticar el partido del domingo con el diario del lunes. Jorge Abelardo Ramos dedicó toda su vida a militar para cambiar la realidad. Aunque en mi criterio se equivocó fuertemente al final, demostró claramente ser uno de los "imprescindibles" de Brecht. Esos que luchan toda la vida.
Enrique Gil Ibarra





Las bibliotecas perdidas de Jorge Abelardo Ramos

Por Laura Ramos


Si me permiten, creo que mi papá se hubiera muerto de risa en este acto. Porque él, como el Scaramouche de Rafael Sabattini, "nació con el don de la risa, y con la sensación de que el mundo estaba chiflado. Y ese fue todo su patrimonio".

Me parece que mi padre se hubiera muerto de risa con toda esta pompa: él era capaz de hacer cosas brutales con los libros. Partía un libro para prestarle la mitad que ya había leído a un amigo; regalaba o tiraba bibliotecas enteras, cuando ya no le servían; polemizaba con los autores desde los márgenes, con una pluma azul y en su estilo furibundo y pasional, orlado de irónicos signos de admiración.

Quiero decir que él tenía una relación muy entrañable con los libros, casi doméstica.

En una especie de principio zen creo que iba al fondo del asunto, que despojaba a los libros de cualquier categoría que lo apartara de una relación intrínsecamente utilitaria con ellos.

Creo que formaba parte de cierto tipo de determinado desprecio que sentía por la intelligentzia y el saber académico que le hacía repetir el adagio de que él, en vez de ser un hombre de letras, había preferido escribir letras para los hombres.Y tenía bibliotecas enormes que se iban renovando todo el tiempo, un circuito de libros que compraba, regalaba y perdía; eran bibliotecas circulantes en las que sólo los clásicos permanecían.

Quería hablarles de esos clásicos. Allí permanecían Balzac, Dickens, el Rojo y Negro de Stendhal en una edición que él había traducido, Borges y "Los tres mosqueteros" (y también "Veinte años después" y "El vizconde Bragelone").

Y quería hablarle de los libros que me fue regalando desde que aprendí a leer. De "Los diez días que conmovieron al mundo" de John Reed, un libro sobre la revolución rusa bastante gordo para los nueve años de edad que yo tenía en ese momento. (Creo que lo decepcioné: me aburrió espantosamente y lo dejé por "Mujercitas".) Con el siguiente libro ya no se equivocó: fue "La escuela de las hadas" de Conrado Nalé Roxlo. Nunca mas volvió a equivocarse, excepto con los volúmenes de poesía de Vallejo, que me regaló varias veces. Él pobló mi infancia con héroes heroicos. Me decía que yo había sido amamantada con sopa de letras.

Y no era una metáfora. Casi. La idea del alimento bajo la forma de libros viene de cuando vivíamos en Montevideo, en un barrio hermoso llamado Malvín. Mi padre viajaba cada veinte o treinta días de Buenos Aires a Montevideo en el vapor de la carrera, con varias valijas cargadas de libros. Eran libros editados por él mismo o dados en consignación por un librero de la calle Corrientes llamado Hernández, un tipo sensacional al que mi hermano y yo debemos , por lo bajo, varios kilos de pan y fiambre alemán, miles de bananas y cajas y cajas de puré instantáneo.

De modo que mi padre traía estos cargamentos de montones de libros: sólo restaba venderlos. Hasta entonces, hasta ese momento en que termináramos de venderlos, debían esperar en algún sitio, pero nuestros padres no contaban con local para guardar esos libros temporariamente. Por entonces vivíamos en un departamento de dos ambientes, frente a la playa. Era un poco pequeño para nosotros, pero muy pronto los dos ambientes dejaron de ser un problema, porque empezaron a alzarse unas paredes divisorias hechas, imagínense, de libros.

Así que teníamos el living y el comedor, y cuantas más valijas cargadas de libros llegaban, más bibliotecas, es decir, más dormitorios o estudios se fueron alzando.

Las bibliotecas habían sido instaladas por nuestros propios padres. Clavos en el piso, alambres anudados. Una noche volvimos a casa un poco tarde y nos encontramos con nuestro living, comedor y estudio convertidos en un loft: se había venido abajo una enorme biblioteca.

Muchos de esos libros que decoraban nuestro departamento mientras aguardaban para darnos de comer eran unos ejemplares de colores, muy finitos, de la colección Coyoacán que había fundado mi padre (había tomado el nombre de la casa de Trotsky en México.) Con mi hermano Víctor hacíamos juegos de memoria: uno citaba el nombre de un libro y el otro tenía que adivinar el color, el número de la colección y el autor. "La cuestión judía", decía él. Amarillo, 14, Juan Bautista Alberdi, arriesgaba yo. No, perdiste, es verde, 23, Carlos Marx, me decía él.

Fabi, nuestra mamá, los vendía a las distribuidoras, a las librerías y, en las épocas duras, también de puerta en puerta. Pero mi hermano y yo no tenemos malos recuerdos de esas épocas duras. Nos acordamos, mas bien, de los fuegos artificiales que tirábamos en la playa, de las tertulias de música, poesía y cigarrillos, de la voz de nuestro padre cantando, para despertarnos, La Internacional.

Yo no sé por qué, pero quienes lo conocieron van a entenderme porque ésa era su cualidad, él nos hacía sentir que éramos los millonarios numero uno del barrio de Malvín. Y en realidad de eso era de lo que quería hablarles.

Creo que mi padre tenía algunos rasgos de sus personajes favoritos de la literatura. La pasión, y la ambición, de Julián Sorel y de Luciano de Rubempré, el optimismo a toda prueba de Micabwer. Micabwer era un entrañable personaje de Dickens que siempre estaba a un paso de acometer una grandiosa empresa que lo sacaría definitivamente de la miseria y lo llevaría hasta la cima. Entretanto, gastaba a cuenta. A Micabwer y a mi papá, los acreedores los persiguieron toda la vida.

Sólo no tuvo deudas cuando era joven y vivía con Fabi en La Farnesina, un palacio italiano que cobijaba a los artistas argentinos en los años cincuenta; dormían allí mientras recorrían Roma en una motoneta con side-car. Pero las deudas comenzaron a morderle los pies al tiempo de las primeras luchas revolucionarias y la edición de periódicos, la impresión de libros y folletos y el alquiler de oficinas para los grupos políticos. Por entonces aparecieron los contratos apócrifos, los falsos garantes y los avenegras truhanes.

Cierta vez unos acreedores contrataron a unos sujetos vestidos con frac y galera con el propósito de cobrarle una vieja cuenta. No fuimos a la prisión por deudas, como Micabwer, porque afortunadamente no vivíamos en el Londres del siglo XIX.

Como David Séchard, otro personaje, pero de Balzac, atesoraba la obsesión de tener una imprenta. Me acuerdo de varias imprentas que iba fundando, y fundiendo. Yo trabajé en todas: me enseñó a corregir pruebas a los doce años y me pagaba por pagina. Todavía me debe algunas.

Llegó a tener, con Fabi, la Librería del Mar Dulce, de la que Jauretche, su viejo amigo, era parroquiano asiduo. El negocio no era muy próspero, pero el cenáculo de amigos y camaradas se reunió en su estrecho corredor a charlar, fumar y tomar café casi todas las noches, hasta que la bomba de un grupo derechista incendió hasta el último libro.

Alquilaba locales para el partido con un entusiasmo irrefrenable y contagioso. Aquí vamos a hacer un palacio, decía, extendiendo los brazos sobre los caños rotos de un cuartucho húmedo y oscuro. Allí pondremos las máquinas más modernas, y señalaba el paso furtivo de un ratón por un agujero en el piso. Él tenía el poder de convertir las calabazas en carruajes cargados de joyas. Podemos tener este salón veneciano por un alquiler insignificante, decía.

Bueno, merced a esos alquileres insignificantes nos embargaron varias veces. Y así yo pude obtener muchísimo material para mis historias.

También hubo persistentes emprendimientos agropecuarios, como la crianza de cerdos, un tambo y un corto período de soja. Ninguno resultó un éxito económico. Estoy orgullosa de esos resultados. Un éxito de ese orden sería políticamente sospechoso. "Tengo lo suficiente para vivir el resto de mis días. A condición de que me muera mañana mismo", citaba a Groucho Marx. Pero el no creía en la muerte. Él vivía como un joven inmortal. Era muchísimo mas joven que yo. Cuando tenía dinero era dispendioso como un rey, como un bandolero generoso. Nombraba al dinero, como Yrigoyen, "las patéticas miserabilidades". ¿Tenés patéticas?, me preguntaba en un susurro, llevando la mano a su bolsillo, cuando yo lo iba a ver en medio de una conferencia o una reunión política.

En simultáneo a las catástrofes económicas surgieron las grandes realizaciones: dirigió decenas de periódicos y revistas, fundó varios movimientos y partidos y editó a Manuel Ugarte y a muchos de los ensayistas latinoamericanos que no encontraban editor. Nunca dejó de hacer política. Mientras eludía a los señores de la galera viajaba por América Latina dando conferencias en las universidades, tuvo una columna en el diario "Democracia" que hizo temblar a los políticos de derechas e izquierdas, y, durante largos períodos, se dedicó a escribir y repensar la historia de América Latina. Su lucha continental fundó una corriente de pensamiento que hizo un sesgo en el marxismo y abarcó a toda la Patria Grande.

Cierta vez, cuando yo tenía 13 o 14 años, nos explicó a una amiga y a mí el proceso revolucionario por el cual el mundo marchaba inexorablemente hacia el socialismo. Desgranó diáfanamente los procesos de descomposición del capitalismo, del excedente y la planificación, el problema de las semicolonias, el proletariado y las clases medias, el arribo del gobierno popular con hegemonía obrera, la cibernética, el ocio creativo, la realización de la Utopía. Era una historia tan simple y tan bella. Quiero decirles que él creía realmente en ella. Mi amiga y yo nos fuimos con estrellas y planetas girando alrededor de la cabeza.

En cierto modo el se reía de todo, y en algún sentido se reía de su condición de embajador, del protocolo y la fastuosidad. Una noche, en México, después de una recepción con unos diplomáticos muy clasistas, de espíritu pedestre, horteras, a los que escuchamos silenciosamente desplegar su estupidez, nos quedamos tentados de risa, nos quedamos riendo en el living de la embajada hasta las tres de la mañana. Con él podías reírte. Podías zambullirte en la risa y dejarla crecer. Al llegar a la embajada lo primero que hizo fue sacar los gobelinos ingleses de las paredes y llenarlas de tapices aztecas. Y nunca dejó de usar su poncho salteño. Detestaba la TV, la estrechez de miras de la pequeño burguesía y ciertas convenciones burguesas. Él nadaba contra la corriente. "Contre la courant", así se llamaba un periódico trotskista europeo. Solía decir: si nací zurdo, judío, pelirrojo y usaba anteojos: ¿cómo no iba a ser trotskista?.

Creo que en una especie de exorcismo del lujo cuando volvió de México se fue a pasar el invierno a una tierra que tenía en Colonia, en un rancho de dos metros por dos con techo de chapa, primus y una luz eléctrica, que, como decía citando a un paisano, "es una comodidad".

Fabi, que ahora está con él en el cielo impío de los librepensadores, observaba que cuando mi padre describía alguna nueva idea encendía las luces de un gran teatro victorioso: sonaban las trompetas en una escenografía azul y oro, los bailarines surcaban el aire envueltos en capas luminosas; cuando él se retiraba de la escena las luces se apagaban, las trompetas comenzaban a desafinar y los bailarines se convertían en unos tipejos torpes y opacos. Me parece que (citando a J.D.Salinger) desde que él se retiró definitivamente de la escena no conocí a nadie que pudiera encender las luces en su lugar.

Me gustaría despedirme como en los funerales de Nueva Orleáns, en los que los invitados se van caminando despacio, bailando, tocando melodías y cantando canciones. Creo que a mi viejo le gustaría una despedida así.


Laura Ramos
Bs. As., 15 de noviembre de 1996

viernes, enero 21, 2011

Es hora ya de hacer algo

por Fidel Castro

Contaré un poco de historia.

Cuando los españoles “nos descubrieron”, hace cinco siglos, la cifra estimada de la población de la Isla no sobrepasaba los 200 mil habitantes, los cuales vivían en equilibrio con la naturaleza. Sus fuentes principales de alimentos provenían de ríos, lagos y mares ricos en proteínas; practicaban adicionalmente una agricultura rudimentaria que les suministraba calorías, vitaminas, sales minerales y fibras.

En algunas regiones de Cuba aún se practica el hábito de producir el casabe, una especie de pan elaborado con yuca. Determinados frutos y pequeños animales silvestres complementaban su dieta. Fabricaban alguna bebida con productos fermentados y aportaron a la cultura mundial la nada saludable costumbre de fumar.

La población actual de Cuba es posiblemente 60 veces mayor a la existente entonces. Aunque los españoles se mezclaron con la población autóctona, prácticamente la exterminaron con el trabajo semiesclavo en el campo y la búsqueda de oro en las arenas de los ríos.

La población indígena fue sustituida por la importación de africanos capturados a la fuerza y esclavizados, una práctica cruel que se aplicó durante siglos.

De gran importancia para nuestra existencia fueron los hábitos alimenticios creados. Fuimos convertidos en consumidores de carne porcina, bovina, ovina, leche, queso y otros derivados; trigo, avena, cebada, arroz, garbanzo, alubias, chícharos y otras leguminosas provenientes de climas diferentes.

Originalmente disponíamos de maíz, y se introdujo la caña de azúcar entre las plantas más ricas en calorías.

El café fue transferido por los conquistadores, desde el África; el cacao lo trajeron posiblemente de México. Ambos, juntos al azúcar, tabaco y otros productos tropicales, se convirtieron en enormes fuentes de recursos para la metrópoli después de la rebelión de los esclavos en Haití, ocurrida a principios del siglo XIX.

El sistema de producción esclavista perduró, de hecho, hasta la transferencia de la soberanía de Cuba a Estados Unidos por el colonialismo español que, en cruenta y extraordinaria guerra, había sido derrotado por los cubanos.

Cuando la Revolución triunfó en 1959, nuestra isla era una verdadera colonia yanki. Estados Unidos había engañado y desarmado a nuestro Ejército Libertador. No se podía hablar de una agricultura desarrollada, sino de inmensas plantaciones explotadas a base de trabajo manual y animal que en general no usaban fertilizantes ni maquinarias. Los grandes centrales azucareros eran propiedades norteamericanas. Varios de ellos poseían más de cien mil hectáreas de tierra; otros alcanzaban decenas de miles. En conjunto eran más de 150 centrales azucareros, incluidos los de propiedad de cubanos, los cuales laboraban menos de cuatro meses al año.

Estados Unidos recibió los suministros azucareros de Cuba en las dos grandes guerras mundiales, y había concedido una cuota de venta en sus mercados a nuestro país, asociada a compromisos comerciales y a limitaciones de nuestra producción agrícola, a pesar de que el azúcar era en parte producida por ellos. Otras ramas decisivas de la economía, como los puertos y refinerías de petróleo, eran propiedades norteamericanas. Sus empresas poseían grandes bancos, centros industriales, minas, muelles, líneas marítimas y férreas, además de servicios públicos tan vitales como los eléctricos y telefónicos.

Para los que deseen entender no hace falta más.

A pesar de que las necesidades de producción de arroz, maíz, grasa, granos, y otros alimentos era importante, Estados Unidos imponía determinados límites a todo lo que compitiera con su propia producción nacional, incluida el azúcar subsidiada de remolacha.

Desde luego, en cuanto a la producción de alimentos es un hecho real que dentro de los límites geográficos de un país pequeño, tropical, lluvioso y ciclónico, desprovisto de maquinaria, sistemas de presas, riego, y equipamiento adecuado, Cuba no podía disponer de recursos, ni estaba en condiciones de competir con las producciones mecanizadas de soya, girasol, maíz, leguminosas y arroz de Estados Unidos. Algunas de ellas como el trigo y la cebada no podían ser producidas en nuestro país.

Cierto es que la Revolución Cubana no disfrutó un minuto de paz. Apenas se decretó la Reforma Agraria, antes de cumplirse el quinto mes del triunfo revolucionario, los programas de sabotaje, incendios, obstrucciones y empleo de medios químicos dañinos se iniciaron contra el país. Estos llegaron a incluir plagas contra producciones vitales e incluso la salud humana.

Al subestimar a nuestro pueblo y su decisión de luchar por sus derechos y su independencia cometieron un error.

Por supuesto que ninguno de nosotros poseía entonces la experiencia alcanzada durante muchos años; partíamos de ideas justas y una concepción revolucionaria. Quizás el principal error de idealismo cometido, fue pensar que en el mundo había una determinada cantidad de justicia y respeto al derecho de los pueblos cuando, ciertamente, no existía en absoluto. De eso, sin embargo, no dependería la decisión de luchar.

La primera tarea que ocupó nuestro esfuerzo fue la preparación para la lucha que se avecinaba.

La experiencia adquirida en la batalla heroica contra la tiranía batistiana, es que el enemigo, cualquiera que fuese su fuerza, no podría vencer al pueblo cubano.

La preparación del país para la lucha se convirtió en el esfuerzo principal del pueblo, y nos llevó a episodios tan decisivos como la batalla contra la invasión mercenaria promovida por Estados Unidos en abril de 1961, desembarcada en Girón escoltada por la infantería de marina y la aviación yanki.

Incapaz de resignarse a la independencia y al ejercicio de los derechos soberanos de Cuba, el gobierno de ese país adoptó la decisión de invadir nuestro territorio. La URSS no tuvo absolutamente nada que ver con el triunfo de la Revolución Cubana. Esta no asumió el carácter socialista por el apoyo de la URSS, fue a la inversa: el apoyo de la URSS se produjo por el carácter socialista de la Revolución Cubana. De tal modo es así que cuando la URSS desaparece, a pesar de eso, Cuba siguió siendo socialista.

Por alguna vía la URSS conoció que Kennedy trataría de usar con Cuba el mismo método que ella aplicó en Hungría. Eso indujo a los errores que Jruschov cometió con relación a la Crisis de Octubre, que me vi en la necesidad de criticar. Pero no solo se equivocó Jruschov, se equivocó también Kennedy. Cuba no tenía nada que ver con la historia de Hungría, ni la URSS tuvo nada que ver con la Revolución en Cuba. Esta fue fruto única y exclusivamente de la lucha de nuestro pueblo. Jruschov tuvo solo el gesto solidario de enviar armas a Cuba, cuando estaba amenazada por la invasión mercenaria que organizó, entrenó, armó y transportó Estados Unidos. Sin las armas enviadas a Cuba, nuestro pueblo habría derrotado a las fuerzas mercenarias como derrotó al ejército de Batista y le ocupó todo el equipo militar que poseía: 100 mil armas. Si la invasión directa de Estados Unidos contra Cuba se hubiese producido, nuestro pueblo habría estado luchando hasta hoy contra sus soldados, que con seguridad habrían tenido que luchar también contra millones de latinoamericanos. Estados Unidos habría cometido el mayor error de toda su historia, y la URSS tal vez existiría todavía.

Horas antes de la invasión, después del ataque artero a nuestras bases aéreas por aviones de Estados Unidos que portaban insignias cubanas, fue declarado el carácter socialista de la Revolución. El pueblo cubano combatió por el socialismo en aquella batalla que pasó a la historia como la primera victoria contra el imperialismo en América.

Pasaron diez presidentes de Estados Unidos, está pasando el undécimo, y la Revolución Socialista se mantiene en pie. También pasaron todos los gobiernos que fueron cómplices de los crímenes de Estados Unidos contra Cuba, y nuestra Revolución se mantiene en pie. Desapareció la URSS, y la Revolución siguió adelante.
No se llevó a cabo con permiso de Estados Unidos, sino sometida a un bloqueo cruel y despiadado; con actos terroristas que privaron de la vida o hirieron a miles de personas, cuyos autores hoy gozan de total impunidad; luchadores antiterroristas cubanos son condenados a cadena perpetua; una llamada Ley de Ajuste Cubano concede ingreso, residencia y empleo en Estados Unidos. Cuba es el único país del mundo a cuyos ciudadanos se aplica ese privilegio, que se niega a los de Haití, después del terremoto que mató más de 300 000 personas, y al resto de los ciudadanos del hemisferio, a los que el imperio persigue y expulsa. Sin embargo, la Revolución Cubana sigue en pie.

Cuba es el único país del planeta que no puede ser visitado por los ciudadanos estadounidenses; pero Cuba existe y sigue en pie, a solo 90 millas de Estados Unidos, librando su heroica lucha.

Los revolucionarios cubanos hemos cometido errores, y los seguiremos cometiendo, pero jamás cometeremos el error de ser traidores.

Nunca hemos escogido la ilegalidad, la mentira, la demagogia, el engaño al pueblo, la simulación, la hipocresía, el oportunismo, el soborno, la ausencia total de ética, los abusos de poder, incluso el crimen y las torturas repugnantes, que con obvias, aunque sin duda meritorias excepciones, han caracterizado la conducta de los presidentes de Estados Unidos.

En este momento la humanidad está enfrentando problemas serios y sin precedentes. Lo peor es que en gran parte las soluciones dependerán de los países más ricos y desarrollados, quienes llegarán a una situación que realmente no están en condiciones de enfrentar sin que se les derrumbe el mundo que han estado tratando de moldear en favor de sus intereses egoístas, y que inevitablemente conduce al desastre.

No hablo ya de guerras, cuyos riesgos y consecuencias han transmitido personas sabias y brillantes, incluidas muchas norteamericanas.

Me refiero a la crisis de los alimentos originada por hechos económicos y cambios climáticos que aparentemente son ya irreversibles como consecuencia de la acción del hombre, pero que de todas formas la mente humana está en el deber de enfrentar apresuradamente.

Durante años, que en realidad fue tiempo perdido, se habló del asunto. Pero el mayor emisor de gases contaminantes del mundo, Estados Unidos, se negaba sistemáticamente a tomar en cuenta la opinión mundial. Dejando a un lado el protocolo y demás tonterías habituales en los hombres de Estado de las sociedades de consumo, que en su acceso al poder los suele atolondrar la influencia de los medios de información masiva, la realidad es que no prestaron atención al asunto. Un hombre alcoholizado, cuyos problemas eran conocidos, y no necesito nombrar, impuso su línea a la comunidad internacional.

Los problemas han tomado cuerpo ahora de súbito, a través de fenómenos que se están repitiendo en todos los continentes: calores, incendios de bosques, pérdidas de cosechas en Rusia, con numerosas víctimas; cambio climático en China, lluvias excesivas o sequías; pérdidas progresivas de las reservas de agua en el Himalaya, que amenazan India, China, Pakistán y otros países; lluvias excesivas en Australia, que inundaron casi un millón de kilómetros cuadrados; olas de frío insólitas y extemporáneas en Europa, con afectaciones considerables en la agricultura; sequías en Canadá; olas inusuales de frío en ese país y en Estados Unidos; lluvias sin precedentes en Colombia, que afectaron millones de hectáreas cultivables; precipitaciones nunca vistas en Venezuela; catástrofes por lluvias excesivas en las grandes ciudades de Brasil y sequías en el Sur. Prácticamente no existe región en el mundo donde tales hechos no hayan tenido lugar.

Las producciones de trigo, soya, maíz, arroz, y otros numerosos cereales y leguminosas, que constituyen la base alimenticia del mundo -cuya población asciende hoy, según cálculos a casi 6 900 millones de habitantes, ya se acerca a la cifra inédita de 7 mil millones, y donde más de mil millones sufren hambre y desnutrición- están siendo afectados seriamente por los cambios climáticos, creando un gravísimo problema en el mundo. Cuando las reservas no se han recuperado totalmente, o solo en parte para algunos renglones, una grave amenaza ya está creando problemas y desestabilización en numerosos Estados.

Más de 80 países, todos ellos del Tercer Mundo, ya de por sí con dificultades reales, están amenazados con verdaderas hambrunas.

Me limitaré a citar estas declaraciones e informes, de forma muy sintetizada, que se vienen publicando en los últimos días:

“La ONU advierte del riesgo de una nueva crisis alimentaria.

“11 de Enero de 2011 (AFP)”

“‘Estamos ante una situación muy tensa’…” Coincidió la FAO.

“Unos 80 países enfrentan un déficit de alimentos…”

“El índice global de precios de productos agropecuarios de base (cereales, carne, azúcar, oleaginosos, lácteos) se sitúa actualmente en su nivel máximo desde que la FAO empezó a elaborar ese índice hace 20 años.”

“NACIONES UNIDAS, enero (IPS),”

“La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con sede en Roma, alertó la semana pasada que los precios mundiales del arroz, el trigo, el azúcar, la cebada y la carne [...] registrarán significativos aumentos en 2011…”

“PARIS, 10 de enero (Reuters) - El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, llevará esta semana a Washington su campaña para enfrentar los altos precios globales de los alimentos…”

“Basilea (Suiza), 10 enero (EFE).- El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean Claude Trichet, portavoz de los gobernadores de los bancos centrales del Grupo de los 10 (G-10), alertó hoy de la fuerte subida del precio de los alimentos y de la amenaza inflacionista en las economías emergentes.”

“Banco Mundial teme una crisis en el precio de los alimentos, 15 de enero (BBC)

“El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, le dijo a la BBC que la crisis sería más profunda que la de 2008.”

“MEXICO DF, 7 de enero (Reuters)”

“El ritmo anual de inflación de los alimentos se triplicó en México en noviembre comparado con dos meses antes…”

“Washington, 18 enero (EFE)

“El cambio climático agravará la falta de alimentos, según un estudio”

“‘Desde hace más de 20 años los científicos han alertado sobre el impacto del cambio climático, pero nada cambia aparte del aumento de las emisiones que causan el calentamiento global’, dijo a Efe Liliana Hisas, directora ejecutiva de la filial estadounidense de esta organización.

“Osvaldo Canziani, ganador del Premio Nobel de la Paz en 2007 y asesor científico del informe, indicó que ‘en todo el mundo se registrarán episodios meteorológicos y condiciones climáticas extremas, y los aumentos de la temperatura media superficial exacerbarán la intensidad de esos episodios’.”

“(Reuters) enero 18, Argelia compra trigo para evitar escasez y disturbios.

“La agencia estatal de granos de Argelia ha comprado alrededor de 1 millón de toneladas de trigo en las últimas dos semanas para evitar la escasez en caso de disturbios, dijo a Reuters una fuente del Ministerio de Agricultura.”

“(Reuters) enero 18, Trigo sube fuerte en Chicago tras compras de Argelia.”

“El Economista, 18 Enero, 2011

“Alerta mundial por precio de alimentos”

“Entre las principales causas están las inundaciones y sequías ocasionadas por el cambio climático, el uso de alimentos para producir biocombustibles y la especulación en el precio de los commodities.”

Los problemas son dramáticamente serios. No todo sin embargo, está perdido.

La producción actual calculada de trigo alcanzó la cifra de casi 650 millones de toneladas.

La de maíz, rebasa esa cantidad, y se acerca a los 770 millones de toneladas.

La soya podría acercarse a los 260 millones, de los cuales Estados Unidos calcula 92 millones y Brasil 77. Son los dos mayores productores.

Los datos en general de gramíneas y leguminosas disponibles en el 2011 son conocidos.

El primer asunto a resolver por la comunidad mundial sería escoger entre alimentos y biocombustibles. Brasil, un país en desarrollo, desde luego tendría que ser compensado.

Si los millones de toneladas de soya y maíz que se invertirán en biocombustibles se destinan a la producción de alimentos, la elevación inusitada de los precios se pararía, y los científicos del mundo podrían proponer fórmulas que de alguna forma puedan detener e incluso, revertir la situación.

Se ha perdido demasiado tiempo. Es hora ya de hacer algo.

Fidel Castro Ruz
Enero 19 de 2011

viernes, enero 14, 2011

¿Qué es el sexismo? ¿Por qué lo veo en todos lados?

Transcribo aquí textualmente una nota del blog "bastadesexismo", porque realmente me pareció un comentario tan ajustado a realidad que me sentiría traicionando lo que pienso si no lo pongo. Me explico: como tantos hombres, no me considero machista. El problema es que cuando mi sentido del humor obliga a algunas amigas (o a mi esposa) a reaccionar duramente, el pensamiento que se me ocurre es "no me entendieron". Caramba. Se impone entonces reflexionar, repensar, reevaluar. Lean lo que sigue, por favor.

hendrix



"Nunca he sido capaz de averiguar exactamente en qué consiste el feminismo; sólo sé que la gente me llama feminista siempre que expreso sentimientos que me diferencian de un felpudo" (Rebecca West)



Poca gente sabe a qué me refiero cuando hablo de sexismo, sistema sexista, personas sexistas.

Muchas personas creen que el machismo es, simplemente, pensar que los hombres son superiores a las mujeres, que machistas son los hombres golpeadores y los violadores, y punto final.

Entonces, claro, dicen: "Yo no soy machista porque no soy golpeador ni violador, vos ves machismo en todos lados, estás paranóica, si decís que los hombres son machistas es porque ves en todo hombre un violador en potencia".

Entonces, aclaremos (y recomiendo enfáticamente la lectura de los enlaces que doy, para una mejor comprensión de lo que explico).

Primero, nunca dije que "los hombres" son machistas. Algunos hombres lo son. Algunas mujeres también. No todos. No todas. Aunque sí la mayoría, a mi entender, es cierto (la mayoría de los hombres Y la mayoría de las mujeres, aclaro).

Luego, al término "machismo", prefiero la palabra "sexismo".

Sigamos. ¿Qué es, entonces, el sexismo? ¿Por qué digo que la mayoría de las personas, hombres y mujeres, son sexistas?

Explicado de manera muy simplificada, el sexismo es la diferenciación de la gente en dos sexos bien distintos entre sí, a los que se atribuye cualidades o defectos bien determinados. Es la idea de que lo biológico determina lo psicológico: tenés pito, entonces te tienen que gustar tal y cual cosa y actuar de tal o cual manera. Tenés vulva (aunque por lo general no dicen "tenés vulva" sino "no tenés pito"), entonces te tienen que gustar esas otras cosas y actuar de esas otras maneras.

Si en lugar de "sexismo", hablo de "racismo", se entiende mejor. El racismo es considerar que la especie humana está dividida en varias razas (raza negra, raza blanca, etc.), y atribuir a cada raza cualidades o defectos determinados. Muchas veces, se extiende no sólo a razas, sino a orígenes étnicos: los negros son tontos, los judíos son ávaros, los argentinos son ladrones, los franceses huelen mal, etc. etc. No hace falta decir "hay que matar a todos los negros" para ser racista. El solo hecho de considerar que todos los negros son de tal o cual manera por esencia (aunque sea algo positivo), y de hacer ese tipo de diferenciación, de discriminación entre los tipos de piel, ya muestra un racismo larvado, subterráneo, pero presente, en el que se cree que el color de la piel o el origen étnico provocan que la gente sea de tal o cual manera por esencia.

Tampoco hace falta decir: "los judíos a los campos" para ser antisemita. El antisemitismo empieza cuando se dice: "los judíos sólo piensan en el dinero" o "los judíos son todos ávaros", porque se generalizan cualidades o defectos de algunos individuos a todos los miembros de un grupo, sin tomar en cuenta la individualidad de cada uno.

Con el sexismo, pasa algo similar, sólo que se divide la humanidad en dos: todos los hombres por un lado, todas las mujeres por el otro. Y se atribuye a cada grupo cualidades y defectos particulares: los hombres son violentos, las mujeres son dulces; los hombres son buenos en matemáticas, las mujeres son buenas comunicadoras; los hombres saben leer un mapa, las mujeres saben ocuparse de los bebés; los hombres cambian las ruedas de un auto, las mujeres cambian los pañales, etc.

Eso es sexismo, es decir, diferenciar por sexo (también llamado esencialismo: pensar que la gente es así o asá por esencia). O dicho de otra manera, discriminar por sexo.

¿En qué es malo eso?

Bueno, el hecho de pensar de esa manera binaria puede llevar a discriminaciones más problemáticas. Por ejemplo, si la persona es jefa de empresa y tiene que elegir entre dos candidatos: lo más probable es que se deje guiar por esas creencias estereotipadas sobre los sexos, y entre dos candidatos basará su elección en el sexo de la persona candidata y no en sus capacidades reales. Por ejemplo, para un trabajo en un jardín de infantes, elegirá de prepo a la mujer, sin siquiera tomarse la molestia de verificar si el hombre es mejor calificado o con mejores calidades para ese puesto. Lo mismo, para un puesto en que se necesite liderazgo, elegirá al hombre, más allá de las competencias reales y las posibilidades de cada uno.

O sea, el hecho de pensar que el sexo tiene necesariamente una influencia en el comportamiento y, sobre todo, tiene siempre el mismo tipo de influencia, puede llevar a acciones discriminatorias.

¿Quién es sexista?

Bueno, como dije, casi todos. No por maldad, no de manera voluntaria. No es que la gente se levanta un día y piensa: "OK, hoy voy a ser sexista porque soy una persona muy muy jodida".

Es el sistema el que es sexista y que hace que los individuos lo seamos también. Nacemos en ese sistema, somos criados en ese sistema, y no podemos ni criticarlo ni cuestionarlo por la buena y simple razón que la mayoría de nosotrxs no nos percatamos de su existencia: creemos que esas cualidades y defectos atribuidos a cada sexo son naturales, están en la esencia de lo que es el "ser hombre" o el "ser mujer". Ni cuestionamos esas atribuciones, y nos asusta que alguien venga y diga: "Cuidado, las cosas no son así por esencia, no son así por naturaleza, nos lo imponen cultural, socialmente", porque entonces es todo nuestro sistema que se desmorona, y tenemos que volver a pensar de cero la humanidad. Entiendo que eso asuste, y que la gente lo rechace.

Entonces, el sexismo no es solamente violencia conyugal o violaciones. El sexismo es, también, privilegiar a una mujer en un puesto en un jardín de infantes por el solo hecho de ser mujer, sin siquiera ver las calificaciones de un eventual candidato varón.

Sexismo es decir a un niño que no llore porque eso es de niña.

Sexismo es regalar sistemáticamente muñecas a las nenas y juguetes viriles a los varones.

Sexismo es que los modelos de mujer u hombre que televisión, publicidad, carteles, cuentos, películas, etc. proponen a lxs niñxs sean estereotipados.

Sexismo es decretar que cambiar una rueda de auto es de varón, y cambiar pañales, de mujer.

Sexismo es decretar que algunas cosas son para los varones, y algunas otras para las mujeres.

Sexismo es elegir poner a una mujer semi desnuda en un cartel publicitario para vender un yogur.

Sexismo es mostrar estereotipos en las publicidades, propagando esos estereotipos.

Y todo eso contribuye, a su vez, a la perpetuación del sexismo. Por eso digo que se trata de un sistema y que hay que atacarlo por todos lados a la vez: no solamente luchar contra el fenónemo de las violencias o violaciones, sino modificar todo el sistema de raíz, cambiando la educación, las mentalidades. De nada servirá tomar medidas contra las violaciones si no modificamos el sistema que, de alguna manera, avala el hecho de que muchos hombres se crean con el derecho de intervenir sobre el cuerpo de las mujeres (publicidades que van en ese sentido, idea de que cuando una mujer dice que "no", en realidad quiere decir que "sí", risas cuando un niño levanta la falda de una niña en lugar de explicarle que eso está mal, impunidad de los hombres que acosan a las mujeres con piropos, etc.).

Y por eso veo sexismo en todos lados: porque esa división de los seres humanos en dos categorías (hombre y mujer) impregna absolutamente todos los ámbitos de la sociedad.

De ese sistema, somos a la vez las víctimas y los cómplices.

Por eso mismo es tan difícil luchar contra ese sistema, porque sus propias víctimas son las que lo fomentan (mujeres incluidas), porque no tienen consciencia de su existencia. Estamos tan inmersos en el sistema que somos incapaces de verlo. Hace falta algo o alguien que nos abra los ojos.

A mí me abrió los ojos un foro feminista (que, lamentablemente, ya no existe) en que participaban decenas de personas, hombres, mujeres, heterosexuales, homosexuales, psicólogxs, sociólogxs, profesores, estudiantes, desocupadxs, amxs de casa, ingenierxs, periodistas, en fin, de todo. Yo llegué ahí con la idea de que a mí el machismo no me afectaba, que nunca había sido víctima de machismo, que había logrado pasar a través de sus garras, y que las personas que escribían acerca del sexismo exageraban y eran muy paranóicas. Hizo falta mucho trabajo de concientización para que me percatara de la realidad.

Muchas personas creen que por hablar de igualdad, vamos a borrar las diferencias entre los seres humanos y queremos una sociedad uniforme. Las mujeres deben ser mujeres, y los hombres, hombres, dicen.

Sin darse cuenta de que ellos promueven una sociedad binaria, en que existen solamente dos clases de personas, y nada más. En cambio yo, en mi lucha contra el sexismo, no es que quiero una sola clase de personas, no es que quiero que todos seamos como los hombres o que todos seamos como las mujeres: quiero seis mil millones de clases de personas, una clase por persona existente en el mundo, porque considero que cada individuo es un mundo aparte (cada persona es una especie en vías de extinción, dijo un comentarista aquí, porque cada una es única e irrepetible). O sea, la que promueve la diferenciación de los individuos soy yo. No quiero poner a la gente en dos casillas, hombre o mujer.

Quiero que cada persona encuentre su propio camino, su propia individualidad, y si eso pasa por romper los esquemas, y que una mujer elija ser mecánica y un varón maestro jardinero, pues perfecto.

Y aparte, como dijo mucha gente antes que yo: "Lo contrario de la igualdad no es la diferencia. Es la desigualdad".

Por eso mismo es que no creo en el "feminismo de la diferencia". Porque nos sigue encerrando en estereotipos sexistas de los que hemos tardado siglos en deshacernos y que representan un backlash, una vuelta atrás, fenomenal.

Pero esta entrada ya se hace muy larga, así que desarrollaré otra acerca de feminismo de la igualdad Vs. feminismo de la diferencia en otra ocasión.

"bastadesexismo"

martes, enero 11, 2011

Vamos a ver como es

Por Silvina Friera

Creadora de personajes entrañables, como Manuelita la tortuga, y de canciones inolvidables, fue una de las grandes figuras de la cultura popular del siglo XX. Escribió más de 40 libros y no esquivó nunca –ni siquiera en dictadura– el debate político.


María Elena por Sara Facio. La imagen forma parte de una muestra antológica de la obra de la notable fotógrafa.


Verano imperdonable, con la tristeza embotellada en los ojos, en el cuerpo. El país está de riguroso luto. Las niñas y los niños de ayer, las mujeres y los hombres de hoy que siguen cantando a coro a Manuelita que vivía en Pehuajó tienen una pena infinita. Esas voces ahora se quiebran –la congoja siempre desafina– cuando intentan completar lo que hizo la tortuga: un día se marchó. “¡Qué de campanas en la sangre siento/ cada vez que me olvido de la muerte!/ Pero sucede que ella no me olvida”. Estos versos, pletóricos de exquisito dolor adolescente, pertenecen al primer libro que publicó María Elena Walsh, Otoño imperdonable, en 1947. Prologaban, con la energía desmesurada de los primeros pasos, la obra de una artista genial, tan fuera de serie que todo lo que tocaba –poesía, narrativa, música, dramaturgia– devenía inmediatamente en oro. Tan fuera de serie es –en presente, porque su inmenso legado no admite el pretérito– que considerarla un “icono nacional, “prócer cultural”, “blasón de casi todas las infancias”, “un mito o patrimonio de la Argentina”, es recitar –de memoria– una seguidilla de lugares comunes de la lengua contra los que ella luchó hasta pulverizarlos. La muerte no se olvidó de ella. Aunque se deseó que la noticia se hiciera humo, como un mal presagio, ayer murió María Elena o la Walsh –como prefiera cada lector–, a los 80 años, “luego de una prolongada internación y como epílogo de padecimientos crónicos que la aquejaban”, según indicó el parte emitido por el Sanatorio de la Trinidad.

La muchacha que alguna vez se definió como “desabrida, limpia y chúcara” nació en “cuna de oro” el 1º de febrero de 1930, en Ramos Mejía. Su padre, Enrique Walsh, era un alto empleado de los ferrocarriles, “un anglo-argentino enamorado de Dickens y fabuloso músico autodidacto” que tocaba muy bien el piano. Su madre, Lucía Elena Monsalvo, descendía de andaluces. En la tranquila población de la línea del Oeste, la niña trovadora crecía con el abono ideal: infancia de clase media ilustrada, rodeada de libros y de cine. Entre sus fantasías más secretas –confesaría muchos años después, cuando ya era María Elena Walsh y se arrimaba a la orilla de lo que se llama un clásico– se imaginaba cantando y bailando en un escenario, como en las “maravillosas” comedias musicales que admiraba, las de Ginger Rogers y Fred Astaire. En el aula de sus recuerdos brillaba la alumna aplicada, amiga atenta de los árboles y las gallinas, y del pastito que brotaba entre los ladrillos de las antiguas veredas, las mismas que evocó en una de sus canciones, “Fideos finos”. En ese ambiente de libertad, el oído se afinó con las canciones tradiciones inglesas para niños que su padre le cantaba. Ahí comenzó a meter manos a la obra gracias a las construcciones verbales del nonsense británico.

Dueña de un pudor victoriano que se confundía tal vez con timidez, María Elena se plantó, incorregible en su rebeldía, cuando a los 12 años decidió ingresar a la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano. Allí conoció a la fotógrafa Sara Facio, quien con los años se convertiría en su “gran amor, ese amor que no se desgasta sino que se transforma en compañía perfecta”, como se lee en su última novela autobiográfica, Fantasmas en el parque, publicada en 2008. En 1945, con tan sólo 15 años, apareció su primer poema, titulado “Elegía”, en la revista El Hogar, y también escribió para el diario La Nación. Dos años después, en ese 1947 dolorosamente inolvidable, murió su padre al mismo tiempo que publicaba el poemario Otoño imperdonable, que recibió el segundo Premio Municipal de Poesía. Una lluvia de elogios coronó a la “joven promesa”. Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Silvina Ocampo y Juan Ramón Jiménez celebraron ese primer libro.

Cuando se recibió de profesora de Dibujo y Pintura, enfiló con una beca para la Universidad de Maryland (Estados Unidos), invitada por Jiménez, el autor de Platero y yo. Los seis meses que permaneció junto al poeta fueron una experiencia traumática. Inolvidable, en el peor de los sentidos. “Cada día tenía que inventarme coraje para enfrentarlo, repasar mi insignificancia, cubrirme de una desdicha que hoy me rebela –escribió Walsh en un texto publicado en la revista Sur, en 1957–. Me sentía averiguada y condenada. Suelo evocar con rencor a la gente que, mayor en mundo, tuvo mi verde destino entre sus manos y no hizo más que paralizarlo.”

De regreso en Buenos Aires, consiguió la medicina para superar ese mal trago junto a Jiménez. Volvió a escribir ensayos en diversas publicaciones y frecuentó los círculos literarios e intelectuales. “Como a sus vanas hojas/ el tiempo me perdía./ Clavada a la madera de otro sueño/ volaban sobre mí noches y días.” Otra vez llegó un libro, el segundo poemario, Baladas con Angel, editado en un mismo volumen con Argumento del enamorado, de Angel Bonomini, quien entonces era novio de María Elena. No todo iba viento en popa, aunque pocos lo pudieran percibir. No soportaba las presiones familiares ni de la sociedad. Para ella el peronismo era una “dictadura”. Necesitaba un cambio, respirar otros aires. La aventura arrancó con una carta que sería el principio de una asociación artística y amorosa. La tucumana Leda Valladares, que entonces se encontraba en Costa Rica, la tentó con una propuesta: juntarse en Panamá para rumbear juntas hacia Europa. En el barco Reina del Pacífico, María Elena se probó el traje de cantante. Días y noches su voz se fue fogueando con las zambas de Yupanqui y los hermanos Abalos; cantó chacareras, bagualas y vidalitas anónimas, al son de los instrumentos de la compañera tucumana. Instaladas en París en 1952, en el Hôtel du Grand Balcon, una desvencijada pensión de artistas, la dupla fue eclipsando los escenarios parisienses con su exótico repertorio de canciones folklóricas. El dúo llegó nada menos que al famoso cabaret Crazy Horse. Pablo Picasso, Jacques Prévert y Joan Miró estuvieron entre su fascinado público. Las muchachas compartieron camarín con Charles Aznavour, por entonces un simple debutante.

En la “ruta a la libertad”, en la París donde se codeó con la chilena Violeta Parra y grabó sus primeros álbumes –Chants d’Argentine (1954) y Sous le ciel de l’Argentine (1955), con canciones de tradición oral del folklore andino argentino–, empezó a escribir su primer libro para chicos, Tutú Marambá. Leda & María Elena volvieron a la Argentina en 1956 y pronto salieron de gira por el noroeste argentino. Después grabarían los dos primeros álbumes en el país, Entre valles y quebradas vol 1 y Entre valles y quebradas vol 2, ambos de 1957. Canciones de Tutú Marambá (1960) incluye las primeras canciones que harían famosa a María Elena: “La vaca estudiosa”, “Canción del pescador”, “El Reino del Revés” y “Canción de Titina”. El espectáculo musical-dramático para niños concebido por el dúo, Canciones para mirar, se estrenó en el Teatro San Martín en 1962. A partir de doce canciones, Leda y María irrumpían en el escenario vestidas como juglares mientras los actores –Alberto Fernández de Rosa y Laura Saniez– representaban mímicamente, entre otras, “La Pájara Pinta”, “Canción del estornudo” y “La mona Jacinta”. La sociedad parió un nuevo espectáculo más, Doña Disparate y Bambuco, dirigido por María Herminia Avellaneda, donde aparecieron el Mono Liso y la tortuga Manuelita, el personaje insignia del universo infantil amasado por Walsh.

Antes de la separación de María Elena & Leda, hubo un último disco, Navidad para los chicos (1963). Etapa creativa y amorosa cerrada, publicaría un puñado de libros para chicos –El reino del revés (1964), Zoo loco (1964), Dailan Kifki (1966), Cuentopos de Gulubú (1966) y Aire libre (1967), que consolidó el universo infantil que MEW construyó en la década del ’60. Desde entonces, las infancias de millones de argentinos estarán enlazadas por una liturgia inoxidable.

Narradora del disparate, “milagrera” a la hora de expandir el humor y el absurdo, irreverente hasta lo inconcebible, además de irónica y satírica, no habrá otra igual. La genia MEW, como si fuera una hechicera, tenía una pulsión poética extraordinaria. En la matriz de su escritura está la poesía. En el prólogo de Hecho a mano, su poemario para adultos de 1965, está la clave. “No sé, yo solamente versifico/ pura conversación a mi manera”, decía. Las etapas, del folklore a las canciones para chicos, pasaban. La poesía siempre quedaba. En el ’68 arrancó con sus recitales unipersonales para adultos, Juguemos en el mundo, que fue disco también y en 1971 se transformó en una película en la que actuó, dirigida por Avellaneda. Ese espectáculo-disco incluía la emblemática “Serenata para la tierra de uno”: “Porque me duele si me quedo,/ pero me muero si me voy/ con todo y a pesar de todo/ mi amor yo quiero vivir en vos”.

A la Walsh –opción que suena mejor para repasar sus intervenciones públicas– le encantaba levantar polvareda. La bandera que se enarboló como símbolo de libertad y coraje fue el artículo que publicó en 1979 “Desventuras en el País-Jardín de Infantes”, cansada por la censura y las prohibiciones de películas, programas de televisión y libros. Ya estaba retirada de los escenarios; dictadura, terror y espanto trajeron el parate artístico en 1978. Esa pieza contra la figura del censor merece ser revisada y discutida sin menoscabar la importancia capital que tuvo. Un párrafo de los menos recordados legitima sin artilugios lingüísticos el accionar de la represión y convalida la teoría de los “dos demonios”. “Que las autoridades hayan librado una dura guerra contra la subversión y procuren mantener la paz social son hechos unánimemente reconocidos –señaló en ese texto–. No sería justo erigirnos a nuestra vez en censores de una tarea que sabemos intrincada y de la que somos beneficiarios. Pero eso ya no justifica que a los honrados sobrevivientes del caos se nos encierre en una escuela de monjas preconciliares, amenazados de caer en penitencia en cualquier momento y sin saber bien por qué.” Ante la posibilidad de implementar la pena de muerte en el país, en 1991 escribió un poema demoledor: “Cada vez que se alude a este escarmiento, la Humanidad retrocede en cuatro patas”. La Walsh no sintonizaba con el imperativo de la “corrección política”. Una de sus últimas intervenciones más criticadas fue cuando –en 1996– invitó a la Carpa Blanca docente a retirarse de la plaza “por autoritaria e inofensiva”.

Su primera novela para adultos, Novios de antaño, fue publicada en 1990, el mismo año en que recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba, cuando ya era –desde 1985– Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. En 1994 se recopilaron las canciones completas para niños y adultos bajo el título Las canciones; toda su obra literaria ha sido reeditada por Alfaguara y sus libros han sido traducidos al inglés, francés, hebreo, italiano, finés, danés y sueco. En una de sus últimas entrevistas con el suplemento Radar habló de su reconciliación con el peronismo. “Al ver los manejos de la Revolución Libertadora recapacité sobre todo lo que había sido la obra del peronismo, aparte de sus manejos, así, represivos, digamos. Me di cuenta de lo que había representado para el pueblo, que es mucho. Años después viajé por el interior y la única escuela que había y el único puente eran restos de esa época del peronismo.” Se burlaba, en esa entrevista, sobre lo que le generaba la palabra “póstumo”. La pensaba como “una especie de chiste”. Y confesaba que le gustaría ser recordada “como alguien que quería dar alegría a los demás”. La vida sin María Elena tiene un gusto amargo. Entre risas y lágrimas, dos sentimientos que no son incompatibles, los argentinos la despedimos, emocionados: “¡Gracias, maestra, por tanta alegría!”.

Qué bajo caíste Galasso

El dirigente del Partido Obrero, Jorge Altamira, responde a la carta abierta que el historiador Norberto Galasso le dirigiera hace unos días.

No sorprende que el historiador Norberto Galasso se sume a la campaña macartista desatada por el gobierno nacional y sus cortesanos para criminalizar al Partido Obrero y para combatirlo, como dice uno de sus escribas, “con el Código Penal” – la primera manifestación concreta de la ‘nueva’ política de “seguridad democrática”, para enfrentar la movilización social, que le sopló al oído la estirpe de los Verbitsky a la nueva ministra de Seguridad. En una ‘carta’ que fue difundida en forma instantánea y profusa, en su mayor parte por los ‘blogs’ alcahuetes del oficialismo (que seguramente no harán lo mismo con esta respuesta), Galasso no pronuncia dos frases inevitables en la boca de cualquier luchador: “la patota de Pedraza” y “juicio y castigo a TODOS los culpables”.

Al revés: “puede caer sobre vos”, dice Galasso, en referencia a Altamira, “la responsabilidad de lo que ocurra a militantes que son víctimas de enfrentamientos como los que hemos visto”. Se trata, ojo, de una amenaza – claro, desde el campo popular, que no formula al pasar sino que repite: “pensá, nos dice, en los pibes que podés arriesgar”. ¿Este hombre sospecha siquiera el nivel de su bancarrota política y hasta de su bajeza? Estamos en peligro, no por las patotas de Pedraza, Maturano, West Ocampo, Gerardo Martínez, Guillermo Moreno, el ‘caballo’ Suárez, Capaccioli, Otacehé, la policía de Barracas y Avellaneda, la de Soldati, la de Primavera en Formosa, sino por los piquetes ferroviarios, o, para el caso, todos los piquetes de todos los luchadores, y de activistas como Mariano Ferreyra. No hay que purgar al poder político de estas mafias, sino desencadenar una campaña macartista contra el PO. Galasso no llega siquiera a formular una teoría de los dos demonios – para él y los otros cortesanos el demonio es uno solo. Si nosotros somos los responsables del asesinato de nuestro compañero, la patota de Pedraza es un asunto secundario.

Galasso va más lejos todavía: respalda la tesis de los abogados defensores de los asesinos – el “enfrentamiento” – que fue refutada sin atenuantes, tanto por la jueza de primera instancia como luego por los tres jueces de la Cámara del Crimen. ¿No te has dado cuenta, Galasso, del pozo de inmundicia en el que has caído? Galasso cierra de este modo el círculo de la campaña de criminalización que inició, el mismo 20 de octubre, la Presidenta de la Nación, cuando responsabilizó por el crimen a “los que usan palos en las manifestaciones” y “a los estudiantes que forzaron la puerta del Consejo Nacional de Educación”. Después de esto, vinieron las diatribas del tipo “el PO le tiró un muerto al gobierno nacional y popular”, “los troscos son funcionales a Duhalde" o; – algo de lo que no se acordaron cuando Kirchner fue llevado de la mano a la Presidencia por el responsable político de los asesinatos de Kosteki y Santillán – que de paso le impuso más de medio gabinete, incluida la mayor parte de los actuales ministros, intendentes y punteros. Después del asesinato de Mariano, el kirchnerista Insfrán se cobró la vida de dos campesinos formoseños tobas, y la policía del jefe nombrado por Néstor Kirchner y la Metropolitana la de dos pobladores de Villa Soldati. Ni las policías, ni Insfrán están imputados; al revés, el gobierno apoya la reelección del formoseño y acabó firmando un pacto con Macri para castigar con la privación de derechos sociales la lucha de los pobladores por la vivienda.

Si el asesinato de Mariano Ferreyra obedeció a la necesidad de defender las tercerizaciones –un régimen de superexplotación para beneficiar a los grandes capitales -, la de los tobas fue ‘funcional’ a los intereses de los terratenientes sojeros y la de Soldati a la especulación inmobiliaria en la Ciudad. En lugar de lanzar la alarma acusadora: ¿A dónde vas Cristina? o la advertencia preventiva: ¿A dónde te estás dejando llevar?, Galasso apunta contra ‘el enemigo principal’, que es, según él mismo, la prioridad que debe tener cualquier ataque político – Altamira y el Partido Obrero. Nos ha convertido en el ‘enemigo principal’ – a nosotros, no a Pedraza. Este es el significado sin falacias que tiene su frase introductoria, en la que asegura tener con Altamira” un punto teórico (sic) común: …crear la sociedad solidaria, igualitaria, donde brote y se consolide el Hombre Nuevo”. En realidad, nos quiere aplicar el Código Penal. ¿Qué patraña, no?

Galasso califica a nuestros militantes jóvenes como pibes, no por un acto de cariño sino para despreciar la madurez que han alcanzado y la conciencia que tienen de sus propios actos. En cambio, La Cámpora, que homenajeó a Insfrán en las vísperas del asesinato de los tobas, o la Juventud Sindical de triste memoria, que festejó con CFK en River pocas horas antes del asesinato de Mariano, son para él una juventud maravillosa. La 'carta' de Galasso es una provocación en cada línea y un monumento al caradurismo.

Encubrir a los Pedraza

Galasso no se aparta del encubrimiento de la patota que asesinó a Mariano Ferreyra en ningún momento de su texto. Galasso repite la versión de que “las bandas de derecha” procedieron al saqueo de la estación Constitución, aunque, una a favor de él, se abstiene en este caso de acusarnos a nosotros mismos por esos saqueos, claro que sin denunciar que eso es lo que hizo su ministra Nilda Garré y su compañero de ruta (¿ocasional?) Horacio Verbitsky – ninguno de los cuales apoyó sus infamias en la sede judicial. En cambio, sí lo hizo Juan Pablo Schiavi, secretario de transportes y jefe de del subsecretario Antonio Luna-hombre de Maturano y de Pedraza, quien acusó por los hechos de Constitución a nuestros militantes ferroviarios en el juzgado que dispuso procesarlos por el corte de vías de Avellaneda.

Si es como dice Galasso, ¿por qué no hay ningún imputado por los desmanes de Constitución, cuando el diario La Nación publicó fotos de sus actores y existen los monitores propios de la estación? ¿No pensaste en esto Galasso – al menos en las noches, cuando “el músculo duerme y la ambición descansa”? Pero el encubrimiento de lo ocurrido en Constitución, por parte de la camarilla de la ‘seguridad democrática’, es decir del Código Penal y de los gases vomitivos, obedece a una razón simple: los desmanes fueron armados por la patota de la burocracia ferroviaria, con la intención de revertir la posibilidad de la prisión preventiva para los siete acusados por el asesinato de Mariano, como ya se había expresado antes, pero que a Galasso lo tiene sin cuidado, en los paros de la Fraternidad para “liberar a los presos” y en ‘asambleas’ armadas por la UF en Temperley con el mismo slogan.

Galasso se mofa, con el mismo estilo antiobrero de la prensa ‘destituyente’ (que ahora copia la oficialista) de un corte de “20 muchachos rebeldes”, para ningunear, como lo hace la derecha, la reivindicación del corte: el cese de los despidos y de las tercerizaciones – que reclaman miles y miles en el ferrocarril. Despidos y tercerizaciones que expresan la explotación acrecentada del capital sobre el trabajo y el despojo de los obreros por la burocracia sindical. ¡Pero qué carajo le puede importar esto a la “izquierda nacional”! Los 250 compañeros que cortaron las vías dejaron al desnudo que el gobierno maravilloso de Galasso no estaba cumpliendo -y sigue sin cumplir- las actas de incorporación a planta permanente de los tercerizados. Pero el gobierno incumple lo firmado porque tiene una asociación política y económica con esa burocracia, que por ello es un enorme factor de poder en el gobierno nac& pop. Galasso repite como un loro el verso de todo el oficialismo de que, ‘naturalmente’, a este gobierno fabuloso “le quedan muchas cuentas pendientes, mucho para hacer” (la contraseña para la reelección). Si fuera así (admitamos tal cosa por un momento), ¿por qué no pone manos a la obra y echa a los Pedraza de la gestión del ferrocarril, los echa de la secretaría de Transporte, expulsa a los capitalistas coimeros de Ugofe y pone al ferrocarril bajo administración estatal directa, con control de delegados obreros electos? Pero esto que el gobierno no hace, ni ha dicho que vaya a hacer, tampoco lo reclaman Galasso y sus compinches de la corte oficial: avalan la continuidad de la patota en uno de los principales núcleos de poder y al frente de uno de los ejemplos de mayor corrupción económica y desfalco de los fondos nacionales. Galasso es un simple encubridor que se disfraza con la muletilla de “la contradicción principal”. Los Pedraza son parte del poder kirchnerista – y no en pequeña medida. Galasso quiere un Hombre Nuevo pero no un ferroviario mejor pago, que trabaje en condiciones menos inhumanas. Galasso: volvé a leer tu ‘carta’ y ponete a llorar. Pero después de todo: ¿la ‘izquierda nacional’ no apoyó toda la vida a la burocracia sindical – incluso en los criminales años 70?

El “enemigo principal”


Todo este desvergonzado embuste, que lo coloca en el campo de los encubridores del asesinato de nuestro compañero Mariano y en el de los enemigos de los obreros ferroviarios, Galasso lo justifica con la tesis del “enemigo principal”; hay que apoyar a CFK (y por sobre todo su reelección) para que no triunfe el ‘enemigo principal’, la derecha. En realidad estamos ante un embuste, porque en ningún momento Galasso caracteriza a CFK como un enemigo de clase, aún ‘secundario’, de los trabajadores, ni tampoco propone, bajo ninguna forma, desarrollar una organización clasista que combata al gobierno - al menos como enemigo de clase ‘secundario’.Después de todo, el objetivo de un socialista que combate al ‘enemigo principal’ no es fortalecer al ‘enemigo secundario’, que por secundario que sea es un enemigo de clase, sino aprovechar el debilitamiento del frente de clase en su conjunto que implica una derrota del ‘enemigo principal’, para acabar con la dominación de clase en general. En definitiva, en lugar de plantear alguna forma de oposición de clase al gobierno capitalista ‘secundario’, o de correlacionar la lucha contra el enemigo de clase ‘principal’ con la oposición a todo gobierno de clase de la burguesía, Galasso dedica sus esfuerzos a amenazar a nuestros ‘pibes’ con futuros ‘pedrazazos’, es decir, a valerse de los Pedraza como muro de defensa del gobierno kirchnerista. Como ocurre en política con los francotiradores, Galasso se pone al servicio de todas las provocaciones. Precisamente, es una provocación, que Galasso no denuncia ni podría denunciar, el fallo que procesó a nuestros compañeros ferroviarios por “extorsión”, con motivo del corte de vías de Avellaneda, porque convierte a esa condición a cualquier demanda reivindicativa que se apoya en medidas de acción directa efectiva. CFK ha logrado su propósito inicial de criminalizar (código penal) a nuestro partido. Un juez que califica de ‘extorsión’ a una demanda dirigida a una persona ideal, no física, como el Ministerio de Trabajo, no pudo haber actuado de este modo sin que mediara una exigencia del poder político.

El más ‘célebre’ modo de uso de la tesis de la contradicción principal, la ofreció el partido comunista en 1976 cuando llamó a apoyar a la dictadura militar, con la consideración de que el ‘enemigo principal’ eran los Suárez Mason y Menéndez, caracterizados como pinochetistas, frente a Videla. Es el mismo método que aplica Galasso: fuera del análisis concreto de una situación concreta, siempre hay algún villano al que se puede imputar la condición de ‘enemigo principal’ y, por esta vía, absolver de culpas al enemigo que le sigue en jerarquía. En el ejemplo clásico de la revolución rusa, nadie puede cuestionar que el ‘enemigo principal’, durante 250 días seguidos menos dos, fue el gobierno kirchnerista ruso de Kerensky. Pero durante dos días, cuando el intento de un golpe militar de Kerensky fue usurpado por un golpe militar efectivo de la derecha monárquica de Kornilov contra Kerensky, los bolcheviques en esos dos días convirtieron a Kornilov en el enemigo principal, sin apoyar al kirchnerista Kerensky. La derrota de Kornilov preparó el derrocamiento de Kerensky. Lo mismo hicimos nosotros con Isabel. Durante dos años, combatimos al gobierno peronista que creó las tres A, produjo el navarrazo en Córdoba, liquidó a la izquierda peronista y asaltó la UOM y la ciudad de Villa Constitución – mientras el resto del arco político armaba un bloque, primero de los 8 y luego de los 9, para defender la ‘institucionalización’ contra un golpe militar. A partir de julio de 1975, con el nombramiento de Videla, produjimos un cambio de orientación, y levantamos la consigna “abajo el golpe", mientras que los que antes advertían contra el golpe, ahora lo desechaban debido a la asunción de un ‘general democrático’. Pero mientras nosotros, Política Obrera, convertíamos al golpe militar en el ‘enemigo principal’, el gobierno de Isabel hacía lo contrario: atacaba como su ‘enemigo principal’ a los luchadores, y abría aún más, por esta vía, el camino para la victoria del golpe militar.

La ‘izquierda nacional’ dio todo su apoyo político al gobierno de Isabel y con ello a la política de capitulación frente a los golpistas. En el caso del gobierno de Illia fue incluso peor, porque el peronismo y la ‘izquierda nacional’ apoyaron el golpe de Onganía, sea en directo o con el llamado a ‘desensillar hasta que aclare’. La "izquierda nacional" y Ramos llegaron a pedirle una definición "nacional" a la dictadura (“De la crisis argentina a un frente patriótico”, folleto de octubre 1978) y caracterizaron más tarde como "militares patrióticos al estilo de Perón" a Seineldín y Rico - éste milita hoy en las filas K. La ‘izquierda nacional’, que también apoyó al entreguista Frondizi y que sólo se opuso de palabra a la Libertadora, no tiene autoridad para darle lecciones al Partido Obrero.

Galasso aprovecha la ignorancia de su público para reivindicar un apoyo de la ‘izquierda nacional’ al 17 de octubre, lo cual es cierto para el periódico Frente Obrero, pero donde no estaba Abelardo Ramos, el cual en su revista Octubre lo caracterizó, por el contrario, como una lucha interburguesa (“un forcejeo por el gobierno dentro de las clases poseedoras de nuestro país…dentro del cual actuó dividido el proletariado”) (revista Octubre N° 1, noviembre de 1945). Abelardo Ramos no terminó al lado de Menem por casualidad; a Menem también lo votó Galasso en 1989 – siempre con el argumento del ‘enemigo principal’, el UCR Raúl Angeloz, y de la inmadurez de la lucha de clases para luchar por el desarrollo de una oposición de clase socialista. Los campeones de ocupar uno de los campos en disputa, rechazan hacer eso cuando se trata de la lucha de los Mariano Ferreyra contra los Pedraza – y se ponen por encima del muro hablando de un “enfrentamiento”.

Galasso sabe que, al menos en los 60, el más conocido divulgador del tema de las contradicciones, fue Mao Tsetung. Los divulgadores de Mao se encargaron de divulgar, a su vez, la especie del enemigo principal, cuya versión es de origen más antiguo, pues fue el eufemismo del stalinismo para justificar los frentes populares contra ‘la derecha’. Pero en ese opúsculo vulgar, Mao toma sus precauciones; dice por ejemplo que, en ciertas ocasiones, la contradicción secundaria podía transformarse en la principal. Sabía de lo que hablaba: en dos décadas de “guerra prolongada”, el ejército rojo de Mao había pasado 15 años en una guerra civil contra su ‘enemigo secundario’ – el nacionalista Kuomintang de ChiangKaisek; los otros cinco contra el militarismo japonés, aunque combinado con choques reiterados con sus rivales kirchneristas de China. Visto el resultado final – la victoria de la revolución china – se debe concluir que sin la guerra civil contra los nac & pop del Kuomintang las masas chinas hubieran terminado en la derrota. Mao desarrolló esta orientación en el peor momento de “la lucha de clases’ (como le gusta a Galasso), cuando tuvo que recorrer diez mil kilómetros a pie para escapar de sus perseguidores kirchneristas, o sea, los representantes de la burguesía nacional de China.

Puede ser que el gobierno de CFK esté ocupando el segundo lugar en la tabla de posiciones de los ‘enemigos’ de los explotados – con Macri o de De Narváez disputando el primero y segundo puesto con Duhalde. Pero a diferencia de éstos es el gobierno, es decir, el gerente de los negocios capitalistas y el encargado de proteger las relaciones de explotación existentes. Esto lo transforma de secundario en principal; un obrero no puede reclamar al pelirrojo o a Carrió, y sólo en un espacio limitado a Mauricio. El que no lucha contra el gobierno de turno no lucha contra el poder; orientar a las masas contra la oposición parlamentaria no les rendiría nada, por eso tampoco les interesa. Solamente en una crisis de poder se plantea la necesidad de distinguir a los campos que se disputan su resultado; en este caso, solamente en éste, hay que distinguir al enemigo, del enemigo de nuestro enemigo, y enfilar las baterías contra el primero – sin apoyar políticamente al segundo. La ‘izquierda nacional’, por el contrario, se ha integrado a uno de los campos burgueses de un modo estratégico, hasta la última gota de la cicuta – por eso acompañó a Perón, los bolivianos Paz Estensoro y Siles Suazo, los peruanos Haya de la Torre y Alan García, Frondizi, Isabel, hasta la completa capitulación de éstos ante el imperialismo. Siguiendo la metáfora de la niña de 20 años que Galasso quiere enamorar aunque a los 60 ella pueda quedarse sin dientes, los ejemplos advierten que mucho antes de desdentarse la damisela nacional y popular se convertirá en prostituta.

El kirchnerismo

El gobierno kirchnerista es el síndico de la quiebra de 2002: vino a pagar las deudas del menemismo y de la dictadura. O sea, a rescatar el capitalismo, no a transformar las relaciones sociales capitalistas que llevaron a la quiebra. No es menos cipayo sino más, el gobierno que paga la deuda usuraria, que aquél que la contrajo. Los K la renegociaron a partir de los niveles usureros que alcanzó en 2000/1, incluidos sus intereses. Fue el eje de la reestructuración capitalista del país, en los términos que lo dejó Duhalde-Lavagna. Mantuvo con fórceps (subsidios) el régimen de privatizaciones y todas las formas de trabajo precario y en negro. La Bolsa llegó al tope; se expandió la frontera territorial y financiera de la explotación latifundista de la soja. Galasso saluda la reestatización de las AFJP, pero sin la advertencia que hicimos nosotros – que sería usada para pagar a la usura internacional. La Anses es ahora una AFJP estatal, pues se rige por un sistema de capitalización, no de reparto, y el dinero se invierte en la compra de títulos de la deuda pública. Kirchner hizo lo que ningún capitalista hubiera imaginado en sus menores sueños: pagar la deuda externa al extremo de reducir su parte flotante, del 200% al 18% del PBI, mediante el recurso de enchufársela a la Anses, al Pami, a la AFIP y al Banco Central.

Se ha ejecutado la mayor confiscación económica del pueblo de toda la historia: el próximo default se lleva puesto, no a los acreedores extranjeros, que de todos modos siempre son rescatados, sino a los jubilados y a la moneda nacional. Gracias a esto, empieza ahora un nuevo ciclo de endeudamiento, que ha arrancado por las provincias y por el sector privado. Los capitales extranjeros invaden la Bolsa y los títulos públicos; esto significa, políticamente, que este es su gobierno – sin atarse las manos para cualquiera que ofrezca ir más lejos. Ningún capitalista quiere destituir a un gobierno al que le compra la deuda. Agreguemos a esto la ley antiterrorista que los K hicieron votar al Congreso a pedido de Bush, que proscribe a cualquier organización que se solidarice en forma efectiva con las luchas nacionales de otros pueblos; o el alineamiento con el sionismo frente a Irán – y vemos que Galasso está alineado con los peores intereses del imperialismo. Ah!, la ley de medios, volcada a los intereses de los pulpos de la telefonía y al alcahueterismo oficial de los que encubren a Pedraza; o la asignación por hijo, promovida por el Banco Mundial, que consolida un régimen de exclusión social por referencia al derecho al trabajo, y que pagan los jubilados de la Anses – y hasta por último algunas concesiones sociales o legales, sin las cuales un gobierno del gran capital no podría gobernar ni por un instante en un sistema democrático-electoral. El gobierno actual es el de los mayores pulpos mineros y petroleros y de los banqueros – los que más han lucrado con la valorización de la deuda pública; del gran capital financiero sojero-exportador; de las privatizadas; y del juego. ¿Por qué diablos un partido socialista no debiera combatirlo?

A Galasso le parece desacertado caracterizar el conflicto por las retenciones de soja como interburgués – quiere decir con esto que hacemos abstracción de cuál posición era más conveniente para el desarrollo nacional. Pues, precisamente, nuestra posición fue: ninguna. A la defensa de la tasa de ganancia agraria de los sojeros, de un lado, se opuso la defensa del pago de la deuda externa, del otro. El fracaso del gobierno en este conflicto, lo llevó a recapturar los fondos de las AFJP para evitar el default y pagar la deuda. Luego hizo lo mismo con las reservas del Banco Central; no existe una posición progresiva entre la renta agraria y la renta financiera.

A Galasso lo atormenta, sin embargo, la reelección. ¿Che, Altamira, querés que ganen los Duhalde-Macri? “No te enojés si te lo dicen”, agrega, con ese histrionismo recogido de los bajos fondos. Es el penúltimo bastión argumental de los Galasso. Pero si CFK pierde no será por los recursos que exhiben sus ‘destituyentes’ ni por el Partido Obrero – sino porque es ‘funcional’ a los Pedraza, a los banqueros, a los pulpos mineros, etc., y a la desorganización económica que resulta de jugarse por esos intereses. Pero ¿qué sería la reelección de Cristina, Galasso? Sería la reelección del protector de los terratenientes bonaerenses, Scioli; de los Gioja, los Insfrán, de los representantes del gran capital automotriz y de la enseñanza religiosa, como los Schiaretti o hasta la ‘rentrée’ de Reutemann. Estos derechistas sin recuperación, se convertirían en los sucesores de CFK. Nadie que no haya caído en una profunda bancarrota política puede plantear una línea como la de Galasso.

El Partido Obrero

El último argumento de Galasso es que “la lucha de clases” (Galasso insiste en esta expresión cuanto más aboga por la colaboración de clases) no ofrece ninguna oportunidad a la izquierda; hay que conformarse con lo que hay. Los kirchneristas no van más lejos, porque la ‘lucha de clases’ no da; la culpa no la tiene ninguna fuerza política, sino la abstracción ‘lucha de clases’. Pero si este es el caso, ¿qué le están ofreciendo a esa ‘juventud maravillosa’ que acaban de descubrir los colegas de Galasso, de Carta Abierta? Resignación, acomodamiento, cooptación, corruptela y cinismo político. Galasso tuvo la muy mala suerte de vender su carne podrida contra Altamira y el PO cuando las masas bolivianas se estaban alzando contra el gobierno kirchnerista de Bolivia, que acaba de adoptar el programa de la derecha y recibir su apoyo político. Pero este alzamiento, como otros tantos en Europa y en Asia, son la expresión de la tendencia de los explotados frente a la bancarrota mundial del capitalismo, que se desarrolla a la vista de todos, provocando una degradación social sin precedentes. En estas condiciones históricas, que necesariamente comportan una transición entre situaciones no revolucionarias y revolucionarias, nuestro partido desarrolla una organización obrera y socialista, que sería imposible sin el desenmascaramiento del ahora sí definitivamente desdentado nacionalismo burgués. ¿Por qué el gobierno ha puesto en marcha todos los recursos del Estado, incluidos los paraestatales de la patota, por un lado, y de los escribas cortesanos, por el otro, contra nuestro partido, el Partido Obrero; por qué nos han convertido en su ENEMIGO PRINCIPAL , si no es, precisamente, porque temen como a la muerte la emancipación política de la clase obrera?

ABAJO EL PACTO CFK-PEDRAZA, fuera la patota de los ferrocarriles y de los sindicatos.

Juicio y castigo a TODOS los culpables del asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra.


Jorge Altamira


NOTA de hendrix: Supongo que éste es uno de los blogs catalogados por Altamira como "alcahuetes del oficialismo" y, por lo tanto, no puedo menos que publicar completita su respuesta, aunque sea solamente para desmentirlo. Según mi criterio, Jorge Altamira sigue pensando exactamente igual que hace cuarenta años. Eso, desde luego, no sería para nada incorrecto si las condiciones sociales, políticas y económicas argentinas e internacionales fueran las mismas o, cuando menos, similares. El problema es que no lo son, ni de lejos. Por consiguiente, lo que en una condición ideal demostraría una coherencia envidiable, en la realidad expone una necedad desesperanzadora pero comprensible en un hombre como Altamira que ha dedicado su vida a estudiar el marxismo, evidentemente sin comprenderlo.

viernes, enero 07, 2011

¿Adónde vas, Jorge Altamira?

Por Norberto Galasso

Nunca nos hemos tratado, pero nos conocemos y tenemos un punto teórico común: es necesario crear la sociedad solidaria, igualitaria, donde brote y se consolide el Hombre Nuevo. Eso creo yo y ahí pongo mis modestos esfuerzos: en la liberación nacional y social de una América Latina unida. Vos decís que también luchás por ese objetivo. Entonces, me creo con el derecho a preguntarte: ¿Adónde vas, Altamira? ¿Adónde? ¿A qué conduce tu política?

Disculpame, pero yo no creo que en lo profundo de vos mismo puedas suponer que la interrupción del kirchnerismo en el gobierno va a llevar al P.O. a la Casa Rosada, ni tampoco que le va a provocar un gran crecimiento político. No. No creo que estés tan al margen del desarrollo de la lucha de clases ni que, en nombre del marxismo, saques conclusiones que sólo es posible admitir en un adolescente generoso y utópico – de esos que, en pequeño número, te siguen - y que cree que se puede asaltar el cielo así como así, mañana mismo, con la revolución perfecta, completita, sin contradicción, ni imperfección alguna. No. A los pibes los entiendo – a “tus pibes” – y eso me duele, porque así seguramente pensaba el pibe Ferreyra. Porque a los 18 o los 22 años es posible querer salir de las desgracias, del desaliento, de la injusticia, luchando contra todos al mismo tiempo y de una vez, a todo o nada. Lo lamento por los pibes porque ellos ponen el cuerpo y la derecha no anda con vueltas.

Pero, a vos no te lo puedo entender. Vos viste lo que pasó con el corte de vías el otro día: 20 muchachos rebeldes, en nombre de 60 compañeros tercerizados, provocaron la bronca de miles de usuarios del ferrocarril en Plaza Constitución y esa bronca fue usada por grupos duhaldistas y macristas, por las barras bravas de Barrionuevo, por los comandos de Ritondo, por las bandas de Duhalde. No es como dice tu compañero Ramal que “sería delirante suponer que el P.O. cortaba en Avellaneda y también el P.O. actuaba” en Plaza Constitución. Si algo hay delirante es precisamente lo de Ramal, porque nadie seriamente ha dicho eso. Lo ocurrido es que, en los hechos, esos muchachitos idealistas que cortaron las vías quedaron aliados, en un mismo operativo de pinzas que vos no previste pero se dio en los hechos, con las bandas de derecha.

Entonces, cuando dicen “el P.O. aliado al duhaldismo” no te enojés: en la teoría no es así; en los hechos, sí. Es decir, en la política concreta, el macrista Ritondo es aliado tuyo y también Cecilia Pando y Posse y Redrado y Puerta y Barrionuevo y Toma. Vos y tus compañeros atacan al gobierno porque lo que no ha hecho, por lo que falta; ellos lo quieren voltear por lo que ha hecho y lo que ha hecho es suficiente para que no lo soporten. Pero en conjunto vos y ellos creen que es conveniente interrumpir el avance del kirchnerismo, es decir, la reelección de Cristina.

Claro, ellos, la derecha, están en lo suyo, no soportan la Ley de Medios, no soportan el recupero de los aportes jubilatorios por el Estado, ni la Unasur, ni tampoco la asignación universal por hijo, ni ponerle coto al FMI. Ellos están molestos por el protagonismo popular, por “los oscuramente pigmentados” (como decía el conservador Reinaldo Pastor) y entonces dicen ahora, haciéndole ‘el bocho’ a los vecinos más reaccionarios: “Somos xenófobos y ¿qué?: los bolivianos y paraguayos nos ocupan las escuelas y los hospitales”. Pero vos no podés coincidir con eso. Ya sé que no coincidís en la teoría, pero en los hechos, sí. En la teoría vos sabés de la gesta altoperuana contra los realistas y seguramente sabés del “Moto Méndez” y “el indio Camargo” y Juana Azurduy” y tenés afecto por bolivianos y paraguayos (¡Cómo no tenerlo por Solano López, compañero de lucha contra el mitrismo oligárquico financiado por el Imperio Británico!) pero, sin embargo, vos tocás en la misma orquesta de los xenófobos. Es en la misma orquesta, mi viejo, aunque no estés orquestado en conspiraciones de café. En los hechos, sí.

Por eso te repito: ¿Adónde vas, Altamira? Porque vos debieras saber, lo sabés, supongo, que en política es fundamental conocer al enemigo principal (manual elemental de todo socialista en serio). Y no podés confundir al gobierno - con todas las asignaturas pendientes que vos quieras - con la alianza Duhalde, Macri, Pando y todos los que ya conocemos. No. Eso no te lo voy a entender nunca, ni a justificar.

Por otra parte, vos te formaste en una concepción de la política que otorgaba importancia fundamental, al conocimiento de la correlación de fuerzas. Hay que preguntarse, en cada momento de la lucha, cuál es la correlación de fuerzas. Esto lo aprendiste, como yo, hace muchos años, en los manualitos del socialismo, es el ABC, el primero inferior, como se decía en nuestros tiempos. Y entonces, ¿cuáles son las opciones en juego? No me explico cómo no entendés las fuerzas en juego y la opción consiguiente: la vuelta al 2001 o a 1942, según algunos, es decir, el retroceso profundo con respecto a los avances del kirchnerismo, con todas las imitaciones en que probablemente vos y yo coincidamos o la prosecución y profundización de lo que se está haciendo desde el gobierno. ¡Y no podés decirme a mí que aprendiste en los textos clásicos que estas son luchas interburguesas y que es lo mismo Cristina en el gobierno que la Pando o Duhalde! No, vos sabés que no podés decirme eso, porque eso te invalidaría para actuar concretamente en las luchas políticas que se están dando hoy y aquí.

Vos viviste muchas cosas, Altamira, como las viví yo. ¿O perdiste la memoria? Y las que no viviste, te informaste por una abundante literatura política. ¿Qué hizo la izquierda abstracta, toda la izquierda, desde anarquistas, socialistas, comunistas hasta trotskistas, en el 30? Todos contra Yrigoyen. Y vino Uriburu y después él mismo se encargó de torturar y fusilar, incluso a algunos de estos izquierdistas teóricos que habían sido funcionales a esa derecha fascista. ¿Era lo mismo Uriburu que Yrigoyen? Evidentemente, no. ¿Había que hacerse yrigoyenista, en ese principio de la decadencia del radicalismo? Tampoco. ¿Correspondía colocarse al margen de esa lucha porque eran luchas interburguesas? Menos aún. La única política correcta era la que enseñan los clásicos: al lado del yrigoyenismo, con independencia, junto a la clase media que hacía su experiencia de poder y evidenciaba sus limitaciones. Porque no fue por las limitaciones sino por los aciertos que torturaron y asesinaron radicales en 1931 y había que estar ahí, contra la dictadura y al mismo tiempo junto a “la resistencia radical” denunciando al alvearismo entreguista. Claro que después el radicalismo terminó en De la Rúa y todo lo que conocemos, pero eso no significa que hubiese que atacarlo en su mejor momento, cuando tenían a la mayoría popular apoyándolo. Vos lo sabés bien, porque eso se llama “dialéctica” que en lenguaje de barrio quiere decir: no hay que dejar de enamorar a una mina de 20 años pensando que dentro de 60 años estará arrugada y desdentada. O de otra manera: la degradación del menemismo no justifica a quienes estuvieron con Braden y contra Perón, en el 45.

No puedo creer que no me entiendas, porque entonces sería vano este escrito, inútil totalmente. Y no me digas tampoco… “en esa época, nosotros éramos muy chiquitos y nos hacíamos pipí en la cama”, porque te contestaré como Jauretche, lo peor es que siguen meando en la cama también ahora. Porque también en el 45 y en el 55 sucedió lo mismo, salvo la posición de “Frente Obrero” y sus seguidores de la Izquierda Nacional, que salvaron el honor del socialismo revolucionario junto a los trabajadores peronistas. De lo que ocurrió después que cayó Perón, ¿te acordás?, sin duda. ¿Qué vino? ¿El socialismo, acaso? Sí, quizás el de “Norteamérico” Ghioldi justificando los fusilamientos del ‘56 porque “la letra con sangre entra”. No eran lo mismo Perón y el almirante Rojas, lo sabe cualquier laburante sin haber leído jamás a don Carlos ni a Vladimiro Ilich. Lo sabe porque está en la realidad de la lucha de clases, aunque no sepa qué es la lucha de clases que la mayor parte de la izquierda predica en los fermentarios y talleres de formación con las ventanas cerradas a lo que ocurre en la calle.

¿Puede ser que no me entiendas? Y no te confundas, te lo digo otra vez. Yo no te digo que te hagas kirchnerista. Te digo solamente que no se es izquierda cuando se califica a todos los demás de ser lo mismo, burgueses, echando fuegos de artificio que ilusiona a los adolescentes. Se es izquierda en la acción política concreta y aquí, en América Latina, con años de dependencia y expoliación, cuando aparecen gobiernos con vocación popular - quizás vos digas burgueses disfrazados de populismo - yo no pido que abandones tu organización y te incorpores, a ellos, sino que te pongas al lado. No al lado de la derecha y en contra de ese gobierno. Te lo dijo Lenin, Altamira: “golpear juntos, marchar separados”.

“Junto” con las mayorías populares, aunque las direcciones políticas no sean todo lo que vos quisieras. Y “separados”, es decir, manteniendo la independencia ideológica, política y organizativa, pero jamás serle funcional a la derecha. No, mi viejo.

Porque entonces vas entrando en un juego en que puede caer sobre vos la responsabilidad de lo que ocurra a militantes que son víctimas de enfrentamientos como los que hemos visto, heridos o muertos para que en definitiva no se haga la revolución, sino para que la derecha llegue al poder y persiga a los pocos que te queden.

Hace pocos días lo dijo Rafael Correa, con respecto a su intento de darle una salida popular al Ecuador, protestando porque una “izquierda”, a la que llamó “boba”, se complace en atacarlo haciéndole el juego a la derecha. Lo mismo dice Hugo Chávez respecto a furibundos ex guerrilleros que se le oponen haciéndole el juego a los dueños de la televisión y los grandes grupos económicos de Venezuela. ¿No bastan acaso las fotos del lanzamiento de la candidatura de Duhalde, con el macrista Ritondo y la procesista Pando, obras maestras del terror? Son ellos los que acechan, los que quieren volver, los que quieren otros treinta mil desaparecidos, entre los cuales caerán también muchos de los tuyos. Y no podés hacerle el juego. No podés crear condiciones para que los diarios digan “el P.O. en Avellaneda y el duhaldismo y el macrismo en la Plaza Constitución, operaron contra el gobierno y provocaron incidentes”. No, mi viejo, no podés. Sería un error gravísimo y en política, ya lo sabés, un grave error es peor que un crimen.

Porque en estos países los movimientos nacionales y populares jugaron un papel importante, aunque hayan sido inorgánicos, tumultuosos, “oro y barro”, “abismos y cumbres”, como decía Jauretche, pero en el balance final expresaron avances populares, tanto Yrigoyen como Perón.

A veces, los periodistas dicen que en la Argentina no hay izquierda real ¡Y claro!, si grupos semejantes al tuyo confundieron a Biolcati con Mao Tsé Tung y a Llambías con Trotsky y se colocaron alrededor de “la mesa de enlace agropecuario” enfrentando al gobierno junto a las señoras “bien” del Barrio Norte y los grandes sojeros. En esa ocasión, vos estuviste mejor que ellos, pero no bien. No apoyaste a los ganaderos, pero dijiste que eran luchas interbuguresas. Entonces, decime, ¿toda la historia argentina son luchas interburguesas que no deben importarle a los trabajadores? Yrigoyen derrocado por los conservadores, Perón enfrentando a Braden y luego derrocado y desterrado, Moreno envenenado y San Martín enfrentado a Rivadavia y Sarmiento festejando el degüello del Chacho Peñaloza. Una historia de luchas, sangre y muerte. Y si eso no es lucha de clases, ¿las clases dónde están? ¿Todos son lo mismo, burgueses y todos los enfrentamientos, bombardeos, fusilamientos, etc., son luchas interburguesas? Si pensamos eso, mejor será que nos dediquemos a la pintura abstracta o a aprender a tocar el violín que con eso no jodemos a nadie. Y esperemos que algún día, allá lejos, cuando aparezca otro cordobazo, pero con una vanguardia iluminada, ortodoxamente formada en nuestras academias de socialismo revolucionario, volvamos quizás a la política, pero podría ocurrir entonces que los trabajadores ya hayan forjado sus dirigentes, algunos socialdemócratas, otras burocratizados, otros “fierreros”, qué se yo, pero que no reconozcan a quienes durante toda la historia argentina no incidieron para nada y sacaron el 1% de los votos por sostener que millones de argentinos imbéciles se peleaban por diferencias “burguesas” y no por el socialismo .

Sabemos, desde la Izquierda Nacional, que no es fácil ese “golpear juntos” y marchar separados. Inclusive hago autocrítica cuando Ramos se presentó con candidatura propia el 11 de marzo del ‘73 porque sostenía que era lo mismo Cámpora que los radicales y los candidatos del gobierno militar. Fue un grave error. Y ni qué hablar del apoyo a Menem. Por eso muchos izquierdistas nacionales se colocan a distancia de la historia de Ramos. Pero esta corriente ha sostenido, en general, la única posición correcta de acompañar a todos los movimientos nacionales de América Latina, desde una perspectiva independiente y colocarse claramente frente al enemigo común que, como se sabe, es el imperialismo y los traidores nativos.

Desde esa perspectiva coincidimos en la valoración del peronismo con Cooke, Hernández Arregui, Puiggrós, Walsh y tantos otros, pero insistiendo que era más correcto jugar por afuera y no intentar forjar la izquierda desde adentro. Pero lo que no dudábamos, en la relación con ellos, fue que los trabajadores estaban haciendo su experiencia y debía acompañárselos y enfrentar al enemigo principal.

Ahora la polémica sigue con motivo de las posiciones del P.O. Y te lo repito: ni oposición implacable al movimiento nacional, como la tuya, ni seguidismo. Pero la tuya puede ser más peligrosa. Porque la derecha sabe hoy que pierde en primera vuelta y va a provocar conflictos durante todo el 2011. Y ustedes no pueden estar ahí. ¡Ni cerquita! ¿Entendés?

Haceme caso, Altamira, pensalo. A la noche. En el silencio de la medianoche, pensá en los pibes que podés arriesgar y hacerlos jugar de modo funcional a la derecha. No se trata de hacerle asco a poner el cuerpo, pero sólo cuando políticamente tiene sentido el peligro que se corre. Mártires porque sí, no benefician a nadie sino que enlutan y suman desgracias a las que ya hemos sufrido. Pensá en la derecha que acecha, pensá qué pasaría si se hunde este gobierno. Vos y yo ya estamos más cerca del arpa que de la guitarra y entonces, seguí el consejo de Julián Centeya: en “el finirla, está la salvada”. Ahí uno se puede redimir de viejos pecados. Todavía estás a tiempo y entonces, te lo digo de nuevo, no se trata de hacerte kirchnerista, sino de colocarte críticamente pero acompañando al pueblo en su experiencia. Nacional, popular. Y te lo digo en nombre de los Estados Unidos Socialistas de América Latina sobre los que profetizó Trotsky en 1940, por aquello que, como sabés, lo llevó a apoyar las nacionalizaciones petroleras de Lázaro Cárdenas y que en el fondo, era su teoría de la revolución permanente y aquello otro del frente único antiimperialista que junto con Lenin presentaron en 1922 a los congresos de la III Internacional. Frente único antiimperialista con obreros, muchos obreros y también con estudiantes de la pequeña burguesía y otros oprimidos, pero en estrecha vinculación con el nivel de conciencia política de la mayoría, en ese momento histórico ¿Verdad que te acordás?

Te lo digo yo, que soy, como decía Scalabrini y salvando las distancias, “uno cualquiera que sabe que es uno cualquiera”. No sea cosa que esta conversación la tengamos que continuar en el 2012, los dos en cana o en el exilio. Y preparate entonces, porque, en ese caso, te lo voy a reprochar todos los días, implacablemente, como esa gota de la canilla que persiste y molesta empecinadamente en la madrugada, te lo voy a repetir una y mil veces, haciéndote corresponsable de la desgracia argentina, si aquellos que vos sabés volvieran, aprovechando los errores de una izquierda que todavía no se enteró que El Che puteaba desde Guatemala contra “esos mierdas de aviadores” que bombardearon a su propio pueblo aquel trágico 16 de junio de 1955.

Sólo puedo agregarte que hay momentos en la vida de los hombres que lo mejor que pueden ofrecer a su pueblo es una profunda autocrítica y un replanteo de posiciones erróneas. Ahí se juega su profunda adhesión al mundo nuevo que predican y por el cual dicen que están luchando. Pensalo.
Un saludo.